Declaración de Andreotti sobre los atentados neofascistas en Italia

El presidente del Consejo de Ministros italiano, Giulio Andreotti, habló ayer como testigo en el proceso que se está celebrando en Catanzaro, en el sur del país, sobre la matanza del Banco de la Agricultura de plaza Fontana, en Milán, que costó la vida a dieciséis personas.El proceso Cantanzaro es el principal de una serie, todavía en curso en todo el país, que trata de reconstruir y hacer justicia sobre las llamadas «Tramas Negras», la «estrategia de la tensión». A principio de los años setenta, a medida que la izquierda iba ganando terreno político en el sistema democrático, la perturbación sistemática del orden público con actos de terrorismo no sólo hubiera amedrentado a esa izquierda, sino que hubiera justificado una reacción violenta de la derecha. La justicia está demostrando que en los Servicios de Seguridad del Estado (SID), los neofascistas, inspiradores o ejecutores de atentados, si no tenían cómplices, contaban por lo menos con conniventes. En Brescia, contra el neofascista Carlo Fumagalli, y en Roma, contra 119 afiliados a Orden Nuevo, prosiguen hoy los procesos. Añádase para el próximo 19, en Roma, el proceso Borghese por el presunto golpe de Estado, cuyos principales implicados, Saccucci, Delle Chiaie Graziani, Massangrande y Pomar están todavía refugiados en el extranjero. También el mismo 19 se reanudará en Génova el proceso contra Giancarlo Rognoni, preparador de un atentado contra el expreso Roma-Turín que fue atribuido a la organización extraparlamentaria de izquierda «Lucha Continua». A su vez los jueces de Trento y Florencia indagan sobre otros tantos casos oscuros.

Testigos de envergadura en casi todos estos procesos son los generales Vito Miceli, entonces jefe del Servicio de Información de la Defensa y ahora diputado neofascista, y el general Giardelio Maletti, dependiente del primero al frente de la oficina en el mismo servicio. Entre los dos generales no existe ahora buena amistad y se acusan recíprocamente.