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El futuro del Iryda

El Iryda, tal como está concebido en la actualidad, tiene como misión fundamental la de acometer todas aquellas iniciativas que sean necesarias para mejorar la estructura productiva de la agricultura española. Es decir, es el elemento fundamental para modelar la agricultura y las explotaciones agrarias del futuro. Para ello posee capacidad de decisión en temas tales como transformación en regadío -con las expropiaciones previas de tierras que se estime oportunas-, concentración parcelaria, ordenación rural, etcétera. Sin embargo, desde hace algo más de cinco años el Iryda parece estar a la vez falto de un contenido real y escaso en medios económicos para hacer frente a la nada despreciable misión que en teoría tiene encomendada.Ya hemos comentado desde estas páginas la aparición del decreto de promoción de regadíos por la iniciativa privada, y también, en un reciente artículo, dábamos unas primeras impresiones sobre el papel que el Iryida debería jugar en una reforma agraria a corto o medio plazo. El tema es de importancia incuestionable, y por ello parece interesante tratar de sugerir la función real que debe corresponder a esta institución en una sociedad democrática. La promulgación, hace escasos meses, de un real-decreto por el que se constituía, en base al parque de maquinaria de este organismo, una empresa de transformación agraria, podría resultar clave en este tema.

La política de reforma de estructuras llevada a cabo tibiamente en estos últimos años, estaba precedida por una transformación previa de las condiciones naturales. Esto provocó que el volumen de obra a realizar fuera importante y se identificara la obra pública con la reforma de estructuras, identificación que sólo podía derivar en menoscabo de la reforma de la propiedad de la tierra. Es por ello normal que este primer intento de separación real entre el enorme parque de maquinaria del Instituto y la planificación de la reforma de estructuras haya sido mal acogido por los sectores más conservadores del sector agrario, que han lanzado la acusación de que se pretendía crear un INI de la agricultura.

Es importante que el Estado cuente con una empresa de transformaciones agrarias que sea ágil y autónoma, y no sólo por el papel que puedejugar en este país, sino incluso en otros. El Estado debe poder confiar a esta empresa trabajos de explotación y de irífraestructura, y trabajos de claro contenido social (inundaciones, etcétera) que no quieran acometer empresas privadas. Y el Estado puede, también, mediante esta empresa, estar presente en los convenios de avudas al desarrollo de países del tercer mundo. Punto este último que tampoco, como es lógico, ha sido acogido con fervor por los sectores privados.

Pero esta empresa no puede lastrar al Iryida; tiene que ser autónoma aunque mantenga los imprescindibles puntos de enlace con el Instituto.

¿Qué hacer entonces con éste? Si se piensa en una integración europea, lo lógico sería plantear una profunda aproximación entre el Iryida y FORPPA para ir llegando al modelo del FEOGA con sus dos secciones de orientación (reforma de estructuras) y garantías (precios y subvenciones).

La nueva planificación agraria, que necesariamente va a ser descentralizada, exigirá junto a una regionalización del Instituto -sustentada en la existencia de juntas comarcales de asesoramiento y control-, el máximo posible de concentración en la toma de decisiones que correspondan al poder central. Si política de precios y subvenciones -como instrumento de asignación de recursos- por un lado, y,política de estructuras, por otro, tienen que ser las bases de esa nueva planificación, no parece que tenga mucho sentido la separación de los organismos responsables de ellas. Ahora bien, esta coordinación exigiría, en todo caso, un estricto equilibrio presupuestario para no caer en el mismo error que la CEE, en donde el presupuesto del FEOGA está en gran medida volcado a la sección de garantía de precios agraríós. España tiene unas estructuras agrarias deficientes -la Comunidad Europea tampoco es ciertamente un modelo a copiar-, que exigirán una atención presupuestaria muy importante.

Han desaparecido la mayoría de las causas que originaron la actuación directa y prácticamente exclusiva del antiguo Instituto Nacional de Colonización, hoy incorporado al Iryida, en las grandes transformaciones, pero queda un instrumento con experiencia y con personal especializado que puede ser utilizado si se le dan funciones claras y concretas. Entre ellas no debería seguir estando la concesión directa de préstamos (que para eso está el Banco de Crédito Agrícola), pero sí podría estar la actuación sobre la reforma de estructuras de comercial ización interior y exterior de productos agrarios en estrecha colaboración con el FORPPA.

La planificación integral del sector agrano, a todas luces deseable, puede tener en el ensamblaje FORPPA-IRYDA, y en una empresa potente, ágil y no burocratizada de transformaciones, agrarias, dos de las muchas bases de partida que van a ser necesarias.

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