Descongestión de actividades industriales
Director general de UrbanismoLa escena urbana en Madrid, el pequeño urbanismo, lo que constituye el entorno cotidiano de los residentes habrá de cuidarse especialmente. La conservación del patrimonio histórico -artístico y de los ambientes arquitectónicos y urbanos de la ciudad, respetando las actividades que hoy albergan y evitando que se conviertan en mausoleos de nostalgias, habrán de constituir también temas de atención preferente.
Para que esto ocurra será necesario contemplar el proceso de crecimiento urbano con una óptica radicalmente distinta de la actual. Habrá que evitar grandes actuaciones singulares buscando en su lugar actuaciones menores distribuidas racionalmente sobre la geografía de la ciudad; actuaciones que, además de resolver problemas de crecimiento, contribuyen a corregir situaciones actualmente existentes creando los equipamientos de que hoy se carece, los espacios libres de que hoy se carece, las amenidades urbanas que se olvidaron.
Habrá que compatibilizar el equilibrio residencia-empleo de las zonas existentes con una clara política de descongestión de actividades industriales, que refuerce otros núcleos en toda la provincia.
Hará falta conseguir un refuerzo sistemático de las haciendas municipales que aumente su capacidad de respuesta e inversión y conseguir, en general, una presencia más activa del sector público reforzado económicamente, vía fiscal, para poder hacer frente a las inversiones de urbanización, infraestructuras y equipamientos, comunitarios de todo tipo que la ciudad exige.
Y será necesario dotar al Ayuntamiento de Madrid y a las corporaciones locales de la metrópolis de medios técnicos y materiales adecuados a su tarea urbanística.
Estas medidas, o la larga lista que cualquier otra persona preocupada con los problemas de la ciudad podría enumerar, tiene unas condiciones previas e indispensables: acercar o devolver la ciudad,al ciudadano; crear, como antes hubo y después se destruyó, una cultura urbana a nivel popular; crear un sentido crítico de la ciudad a nivel de sus habitantes; y, sobre todo, abrir, no como medida paternalista sino como reconocimiento de un derecho exigido en términos cada vez más rotundos y precisos, cauces claros para una democrática participación ciudadana en el planeamiento urbanístico y en el control de su ejecución.
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