Desciende la confianza de los alemanes en el sistema parlamentario
El resultado de una encuesta realizada por una revista empresarial alemana ha movilizado a los cuatro grandes partidos a la búsqueda de la supervivencia del sistema parlamentario que protagonizan. Según este análisis, que publicará la revista Capital, en su número de septiembre, de cada cuatro alemanes federales uno votaría por un partido nuevo, cuyo objetivo fuese luchar contra los cuatro que monopolizan el Parlamento, otro se encuentra aún indeciso y los otros dos consultados mantienen, por el momento, su confianza en las formaciones políticas del Bundestag -socialdemócratas, liberales y democristianos-, aunque se inclinan por condicionar esta confianza al juego que den los partidos en otoño.Tras las elecciones de 1969, 1972, y, sobre todo, 1976, el hombre medio de la República Federal de Alemania (RFA) empieza a sospechar que sus hombres públicos predican más que dan pan, sea cual sea la formación política burguesa a la que pertenezcan. Otros datos que revela la encuesta son sintomáticos: el favor de los electores más afectos a las opciones actuales, es más decidido en favor de Helmut Schmidt, como canciller, un 50% de ellos, mientras que el jefe democristiano, Kohl, tan sólo cuenta con la confianza de un 26,5% de este grupo.
En lo que la mitad del país está de acuerdo es en que en modo alguno debe ser canciller, jamás, el jefe cristiano social de Baviera, y líder ultra, Franz Josef Strauss.
La reacción en los partidos revulsivos, como el Glistrut danés, que aglutina a quienes resisten a la constante alza de los impuestos, los alemanes prefieren retocar el aspecto de sus formaciones políticas. Así el SPD socialdemócrata ha anunciado ya que preparará un programa de promoción en sectores tradicionalmente alejados de su línea (empresarios y refugiados del Este, católicos), y la Democracia Cristiana dice, que se aproximará al mundo sindical. Giro a la derecha, pues, en el primero, y búsqueda de un tono socialen el segundo, aunque sin pasarse. El elector juzgará si esto es suficiente o si mantiene su tendencia hacia ese inexistente partido de la protesta que, según ellos, no deberá ser ni capitalista ni socialista, ni revolucionario ni excesivamente evolutivo, ni conservador ni confesional. Si se acepta el resultado.del estudio, cabe concluir, para estupor o, al menos, sorpresa, que la Alemania del milagro es, en estos momentos, un país en busca de un líder que les ofrezca un motivo de cohesión para llegar a algún objetivo que los alemanes no saben muy bien cuál pueda ser. Inevitablemente algunos insisten en volver sus ojos a los últimos tiempos de Weimar.
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