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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Más daños sin guerra

En el oportunísimo artículo de su colaborador Santiago Amón (9-6-77), en memoria del pintor Timoteo Pérez Rubio, quien ciertamente trabajó más y con mejor iniciativa que nadie en la protección de las obras de arte del Museo del Prado, se reflejan algunos olvidos que, por corrientes, acaso convenga aclarar.Conviene, por ejemplo, precisar que el Gobierno de la República, apenas iniciada la guerra civil, organizó, a propuesta de don Francisco Barnés, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, por decretos del 23 de julio y del 1 de agosto de 1936, la Junta que se encargó de la protección de las obras, muebles o inmuebles, de interés científico, artístico, histórico o bibliográfico. La Junta, cuyos miembros se renovaron con el apoyo de los gobiernos y partidos republicanos, sin excepción, y muy especialmente con el de los directores generales de Bellas. Artes, empezando por don Ricardo de Orueta, historiador del arte, y en ocasiones necesarias con la ayuda del ejército republicano, incluyendo las milicias.

Del acierto con que actuó la Junta, el señor Amón ha dicho lo necesario, subrayando justamente las dificultades, muchas sin precedente conocido, que tuvo que vencer. Desgraciadamente, el señor Amón no está en lo cierto al decir que runguna de las obras del Prado sufrió «el menor rasguño», pues el cuadro El dos de mayo, de Goya, sufrió un desgarro y pérdida de pintura en el lado izquierdo al chocar la camioneta en que se le transportaba. Que yo sepa, éste es el único daño sufrido por las pinturas del Prado, a cuya protección se entregaron con dedicación plena -vital, no administrativa- Timoteo Pérez Rubio y otros de análogo temple y valía durante la guerra. Que no hubiera otro percance se debe a su inteligencia y eficacia inigualadas.

Más y mayores daños han sufride las pinturas del Prado -algunas, como Las hilanderas y Pablillos de Valladolid ya irreparables- en los últimos 38 años, durante los cuales no han estado expuestas a peligros de guerra.

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