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Pesar en París por el fallecimiento del ex embajador Miguel María, de Lojendio

El fallecimiento del que fue embajador de España en Francia, entre abril de 1974 y septiembre de 1976, José María de Lojendio, produjo en esta capital muestras de pesar poco corrientes, por su autenticidad. «Me desgarra -declaró un diplomático español- la injusticia y la incomprensión con que castigaron a este hombre, que, no se olvide, representó a España en París durante los dos años más duros, cuando la embajada española no vendía ni una escoba; era un caballero que, a veces, molestaba porque decía la verdad. »Cuando el señor De Lojendio llegó a París como embajador, pocos meses después del asesinato del almirante Carrero Blanco, fue en el momento en que la oposición al régimen franquista había hecho de la capital francesa su centro de operaciones; de entrada, el antiguo embajador se encontró entre las manos con el secuestro del director del Banco de Bilbao en París, Eugenio Suárez, «asunto que valió un ridículo importante por seguir consignas no menos grotescas». La ejecución de los cinco militantes de extrema izquierda, en septiembre de 1975, como las dos enfermedades de Franco, «tuvo que carearlas, se recordaba ayer en los medios españoles parisienses, en un puesto diplomático tan delicado como París y en unos momentos en los que el Ministerio de Información, por medio de la embajada, prohibía a los corresponsales españoles asistir a las ruedas de prensa de algunos líderes de la Oposición».

Tras dos años cruciales, sembrados de problemas históricos, el señor De Lojendio terminó su carrera activa precipitadamente, por haber recibido en la embajada al líder comunista, Santiago Carrillo, hizo un año exactamente el día de su muerte. Ayer, al mismo tiempo que la noticia de la desaparición del. que fue embajador demócrata con algunos meses de anticipación, llegaba a París la prensa española de los últimos días, y llamó la atención una fotografía en la que aparecían el señor Carrillo, dirigiéndose a su escaño de diputado después de haber intervenido en el Congreso, y el presidente, Adolfo Suárez, al lado de otros colegas suyos de UCD, aplaudiendo.

El señor Carrillo, después de la caída del embajador, el año pasado, había confiado a un amigo: «No sé si tendré ocasión, pero me gustaría agradecerle a De Lojendio lo que ha hecho conmigo y decirle que no lo olvidaré nunca.» Recientemente, un amigo del embajador fallecido aseguró que a este último le gustaría ver ahora a Carrillo.

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