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La nueva estrategia proccidental de Sadat en África

En vísperas del viaje del secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, a Oriente Próximo, el presidente egipcio Sadat completó en su residencia de verano de Alejandría una gran campaña diplomática entre los países árabes, cuyo principal propósito parece haber sido el de asegurar a sus vecinos que Washington no sólo está dispuesto a respaldar «razonablemente» al mundo árabe en su conflicto con Israel, sino también a frenar la penetración soviética en el llamdo «cuerno de Africa» y en el resto del continente, incluido el no musulmán. Así, antes de que cesaran los combates en la frontera egipcio-libia, Sadat inició en Alejandría una serie de reuniones, que comenzaron con el ministro sirio de Relaciones Exteriores, Abdel Khaddarn, y con el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, y concluyeron, en los últimos días, con el presidente de Togo, Eyadema el jefe del gabinete real de Jordania, Abdel Hamid Charaf, y los ministros de Relaciones Exteriores de Kuwait e Irak, Sabal el Ahmed y Hame el Gabouri, respectivamente.Aparte de repetir que Libia constituye ahora la verdadera base de la URSS en Africa y que la intervención militar egipcia se debió a que Gadafi se aprestaba a atacar el Tchad y el Sudán, Sadat comunicó a sus interlocutores que Estados Unidos ha decidido enviar nuevas armas, tanto a Egipto y Sudán como a Somalia, abandonada por los soviéticos en beneficio de Etiopía. Según Sadat, Washington se propone ahí «atenazar» a Etiopía por medio de Sudán y Somalia, con el propósito de dejar libres las espaldas egipcias.

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El presidente egipcio se refirió también a la situación del Yemen del Sur, actualmente bajo la influencia soviética, y reiteró la necesidad de «recuperarlo» para el mundo árabe. Para ello, sólo sería necesaria la formación de un fondo de empréstitos árabes de ayuda a Aden, basado en los petrodólares de Arabia Saudita. Ese fondo sustituiría la colaboración económica que Yemen del Sur recibe ahora de Moscú. Tal operación estratégica culminaría con una mayor apertura de la Liga Arabe hacia Somalia -que aunque forma parte de la Liga ha encontrado ahí siempre dificultades a causa de su «prosovietismo»- y con el respaldo militar árabe a los eritreos, quienes además de musulmanes son los únicos, por el momento con capacidad para debilitar al régimen etíope de Mengistu.

De la acogida que este proyecto egipcio de amplios alcances esté recibiendo en el resto de las capitales árabes, dependerán en buena medida los resultados de las gestiones que el señor Vance inició ayer en Oriente Próximo. Sadat piensa, quizá con razón, que Washington estaría dispuesto a presionar a fondo a Israel a cambio de una cooperación estratégica árabe en favor de Occidente, más allá del Sinaí y del Golán, y hasta de CisJordania, tal como la esbozada en Alejandría. La carta que el presidente Carter le envió a Sadat tras la visita de Begin a Washington y las últimas reacciones norteamericanas contra el establecimiento de colonias israelíes en Cisjordania, sugieren que el plan africano de Sadat no es en absoluto gratuito. En ese caso, el enfrentamiento armado de Egipto con Libia sólo habría sido el primer paso hacia un gran vuelco de fuerzas y de intereses extracontinentales en Africa.

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