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Abrumadora insignificancia

La reciente publicación, en castellano, de la Historia del collage ( 1) de Herta Wescher, nos proporciona una buena ocasión para plantear uno de los aspectos interesantes de la evolución del arte contemporáneo. En efecto, aunque existen numerosos precedentes históricos de utilización de técnicas similares a la del collage, prácticamente hasta la gran ruptura cubista no se hizo un uso sistemático de este procedimiento extrapictórico. Además, antes de las vanguardias hiGtóricas, la incorporación de elementos ajenos a la pintura estaba orientada a subrayar enfáticamente la realidad de lo representado, dentro de esa corriente de gusto popular fascinada por el trompe-l'oeil, la p ostal, el recortable, la calcomanía.., en una palabra, por un arte más real que la vida misma. Con las primeras experiencias cubistas de Picasso o Braque, sin embargo, vemos reinventar la técnica con la intención contraria de resaltar el lado equívoco de lo real: de lo real-pictórico, por un lado, mediante el juego de la superposición de planos que acaban con la ilusión de profundidad y de lo real-cotidiano, por otro, al aislar la mirada del artista determinados objetos de su entorrio banal dotándoles de un nuevo sentido. En cierta manera tenemos aquí resumidas las (los posibilidades más significativas que pueden derivarse de una técnica de collage o de cualquiera de sus secuelas y que apuntan a un mismo fin por lo cual lo decisivo en el arte es des-realizar, descoyuntar la realidad.Ahora bien, parece abusiVo otorgar un papel de punto ole partida al empleo del collage y así lo reconoce inteligentemente un -ubista como Archipenlco: «Cuando en el año 1912 empleé por primera vez en la plástica distintos materiales, lo hice porque ciertas formas que la imaginación me instaba a dar vida nopodían realizarse con los materiales hasta entonces utilizados, Y como es lógico, tuve que hallar la técnica adecuada para ellos. Re firiéndome a mi experiencia, puedo decir que es el nuevo estilo de formas el que exige otros ma teriales y no son éstos los que crean el nuevo estilo. Su utiliza ción es el resultado y no el objeti vo.» Precisamente esto es lo que no parece comprender adecua damente Herta Wescher respecto al papel del collage en el arte contemporáneo y por ello resulta su libro tan pobre conceptual mente. No se trata ya, como indi ca en el prólogo Ráfois i Casa mada, que al empeñarse la citada autora en demostrarnos que la historia del collage coincide con la historia del arte contemporáneo, la historia resultante esté como vista a través de una lente ligeramente deformante, sino que esta última se emancipa y se despoja de cual quier sentido, fuera de mero ejercicio académico de enumerar en una tediosa y bana relación todas las veces que ha sido utilizado el collage en el arte de nuestro siglo. En este sentido, la información manejada por la Wescher nos abruma -información, por lo demás, completada en sus insuficiencias por un epílogo de Corredor- Matheos dedicado a El collage en el Estado español-, pero, sobre todo, nos abruma su insignificancia. Nos encontramos, pues, con una exhaustiva acumulación de datos sobre cuántas veces se empleó esta técnica desde el cubismo hasta el arte conceptual, material precioso indudablemente para que alguien asuma de manera un tanto más reflexiva si no la realización de La historia del collage, al menos- muchas de las múltiples sugerencias concretas que este procedimiento plástico ha dejado abiertas.

(1) Hertá Wescher, La historia del collage. Del-cubismo a la actualidad. Prólogo deAlbert Ráfols i Casamada; epílogo de J.Corredor- Matheos; colección Comunicación Visual, Editorial Gustavo Gil¡, Barce- lona, 1977, 276 páginas, 840 pesetas.

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