Los restos de Alcalá-Zamora
En el número de ese diario correspondiente al 15 de este mes aparece un artículo de don Juan Marichal sobre La legalización de la historia, en el que se refiere al traslado de los restos de mi padre y de los de Azaña. Con independencia de ciertas invocaciones, apreciaciones y calificativos que en dicho trabajo se formulan y que disto mucho de compartir, el señor Marichal es muy dueño de hacer en nombre de la familia Azaña, si está autorizado por ella, las manifestaciones que estime convenientes acerca de la venida a España del cadáver el mismo; pero por lo que respecta al de nuestro padre, los únicos llamados a decidir acerca de cuándo, dónde y cómo deba ser repatriados somos sus hijos, y ninguno de los cuatro hemos recabado jamás honores oficiales con tal fin, ni estamos dispuestos a recorrer en forma pedigüeña escala alguna.Hace meses efectuamos, sí, una exploración para traer su cuerpo al panteón familiar de¡ cementerio madrileño de La Almudena, pero -Insisto- sin solicitud alguna de honores oficiales. La absurda negativa de entonces produjo general indignación, que ahora intentan desplazar el rincón del olvido quienes con su incomprensible veto la provocaron y quieren presentar, al cabo de varios meses, como rasgo de magnanimidad, el que fue de signo totalmente distinto.
En todo caso, quede bien claro, que la familia Alcalá-Zamora no está dispuesta a consentir que el cadáver de nuestro progenitor se intente utiilizar en determinados medios con finalidades tortuosas. Y al buen entendedor, pocas palabras...
Invocando el derecho de réplica en materia de imprenta, espero dé cabida en su periódico a estas líneas.
