Los madrileños, contra la pena de muerte
-Lo que ocurre -afirma Gómez de Armijo- es que la pena de muerte se convierte en el recurso más útil de todos los stablishments del mundo, que por ello se resisten a arrancarlo de sus códigos.
Un proyecto de abolición
A comienzos del siglo, se planteó ya en España la posibilidad de abolir la pena de muerte:-El día 2 de noviembre de 1906, los diputados Morote y Junioni presentaron al Parlamento un proyecto de ley que, sometido a votación, fue rechazado por gran mayoría. El texto decía: «Artículo único: Queda abolida en España la pena de muerte. En su consecuencia, se entenderán derogados los artículos del Código Penal ordinario y el de Justicia Militar en el que se establece la pena de muerte como única o límite máximo de las imponibles. En todos esos artículos quedará sustituida la pena de muerte por la de privación perpetua de libertad y de derechos, en los términos y formas prescritos por los mencionados códigos.» -Sin embargo, en muchos países se está cuestionando también la legalidad de la cadena perpetua. -Claro. Las circunstancias han cambiado. El Informe sobre prevención del delito y tratamiento del delincuente, de las Naciones Unidas, dice que «el período de prisión no debe ser tan largo que, el recluso, una vez que deje de representar un peligro real para la comunidad, carezca de toda esperanza verdadera de liberación definitiva ». Pero aquí realmente, más que los juristas, como ya se dijo, quien tiene la palabra son los siquiatras.
A favor
Gómez de Armijo resume así los argumentos a favor de la pena de muerte:Ha sido impuesta y ejecutada por todos los pueblos y en todas las épocas. Esa unanimidad es garantía de acierto. La intimidación que produce. El temor a la pena de muerte actúa sobre los delincuentes potenciales.
La pena de muerte es la retribución más justa de los delitos contra la vida.
Es el único método seguro que posee la sociedad para eliminar definitivamente de su seno a los incorregibles.
Es un método de selección humana acabando con los delincuentes inadaptables.
Evita al Estado el gasto que produce un largo encarcelamiento.
Los efectos que consigue son únicos y no los consigue ninguna otra pena.
Es la teoría del miembro enfermo: si una pierna se gangrena, hay que eliminarla para salvar al resto del cuerpo. Es lo que hace la sociedad.
Es la legítima defensa de la sociedad.
Argumentos contra la pena de muerte
Gómez de Armijo razona cada uno de esos argumentos a favor y demuestra con datos, y estadísticas, que esas afirmaciones anteriores son inconsistentes.No intimida; al contrario: un gran porcentaje de condenados a muerte en Estados Unidos habían visto anteriormente alguna ejecución. Además, la intimidación se pierde por la impunidad. En EEUU, sólo un 0,5 % de todos los asesinatos que se cometen dan lugar a condena. Es decir, que de cada doscientos asesinos, 199 quedan impunes.
Luego repasa, una a una, las tesis contrarias:
-La retribucionalidad es volver a la ley del talión: matar al que mata. La eliminación de los incorregibles plantea en seguida una pregunta: ¿Cuándo se sabe que un ser humano es incorregible? El argumento selectivo se comprendería con una frecuencia brutal de ejecuciones, lo que repugnaría a nuestra civilización. Hoy por hoy no tiene valor alguno. Y, ¿quévamos a decir de los criterios económicos cuando una vida está en juego?... En cuanto a que ninguna otra pena puede conseguir los mismos efectos, estamos de acuerdo. Pero, ¿qué efectos se buscan? Si la pena se impone, por definición, para rehabilitar, ¿qué rehabilitación cabe en un ejecutado? El argumento del miembro enfermo tampoco tiene valor: sólo se amputa cuando es imprescindible salvar el organismo, y no es ese el caso. La legítima defensa de la sociedad, tampoco se sostiene: en la legítima defensa tienen que concurrir una serie de circunstancias. Y piénsese que la ejecución es una defensa, calculada, meditada, fría. Cuando no hay circunstancias para la legítima defensa, cualquier violencia posterior es innecesaria e injusta. Y además de rebatir estos argumentos, Gómez de Armijo, abolicionista, señala a favor de la eliminación de la pena de muerte:
Es ilegítima, puesto que no es de absoluta necesidad. Hay otros medios. Por otra parte, el Estado puede restringir o suprimir todos los derechos, excepto la vida, cuya inviolabilidad proclama de modo absoluto. La pena, además, es siempre desproprocionada. La muerte es siempre un mal igual, sin que se pueda morir más o menos. Y es un mal irreparable. Hay también quien sostiene que es un acto impío el de la ejecución, puesto que es tomarse atribuciones divinas. Los sicoanalistas dicen, por otra parte, que en gran medida el impulso criminal se justifica porque el delincuente busca la pena. La asistencia a las ejecuciones actúa como desencadenante del instinto criminal. Un dato: de 167 condenados amuerte, 161 habían sido anteriormente testigos de ejecuciones. Otros juristas señalan que la pena de muerte es injusta en sí, por que no guarda proporción alguna con el delito; es, además, inhumana y cruel y representa una contradicción interna del ordenamiento jurídico: si no se corta la mano al que roba, porque la mutilación se considera intolerable, ¿cómo se tolera que se corte la cabeza? En definitiva, se trata de que la sociedad comete un crimen para impedir que el individuo cometa un crimen.
Fiabilidad de los tribunales
Otros muchos argumentos pueden esgrimirse. Pero hay uno inquietante y que la historia muestra con una frecuencia que no es excepcional: el error judicial. ¿Cuántas veces se ha comprobado tras una ejecución, que se había matado a un inocente?Y no digamos nada del cómo se ejecuta -añade Gómez de Armijo-. El propio sistema de ejecución constituye ya en sí un alegato contra la pena de muerte.
Conclusiones
El señor Gómez de Armijo comenta al hablar de las conclusiones:-Duele saber que en nuestros días, junto al Mediterráneo, un bárbaro manda cortar las manos, o sacar los ojos a los ladrones, sin que intervenga la VI Flota que, sin embargo, actúa en cuanto algún país le pone dificultades a la Coca-Cola.
-¿Qué conclusiones podrían extraerse de sus estudios sobre la pena de muerte?
-En principio, que espanta mirar hacia la historia. Que la pena de muerte es una institución arcaica, tan monstruosa como la esclavitud, la tortura, el poder absoluto o la guerra de conquista, aunque tiene mayor supervivencia. Que antes los suplicios se consideraban justos: ¿no pasará lo mismo con la pena de muerte? Porque no cabe duda de que la conciencia social se rectifica. Matar al que mata tiene más de venganza que de justicia. Quizá por ello la pena de muerte -es un hecho positivo- tiende a desaparecer en todo el mundo. Y quizá la razón haya que buscarla en que la sociedad empieza a comprender que la muerte no remedia nada, y que en muchos casos es la propia estructura social la que hace criminales. Si se comprueba el status de los criminales, se observa una clara discriminación social: falta cultura, faltan medios económicos, falta integración. El porcentaje de negros y marginados condenados a muerte en Estados Unidos es muy superior al resto. ¿No es esto una acusación contra la propia sociedad americana? Las nuevas Cortes tienen el tema sobre el tapete, enviado no sólo por el Colegio de Abogados de Madrid, sino por muchos particulares e, indirectamente, por ese 70 % de habitantes que quieren su abolición.
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