Gran estocada de Manzanares, que salvó una corrida inadmisible
Manzanares se perfiló ante el quinto de la tarde en la suerte contraria; estaba el toro, además, casi aculado a tablas. Es, ésta, posición difícil y peligrosa para ejecutar la suerte suprema. El torrestrella muy escaso de trapío, había sido blando, borrego y pelma. Un torito al que se picó con Cuidado, pese a lo cual llegó a caer un par de veces, y que embestía entregadito... cuando embestía. Había que sacarle los pases con sacacorchos, uno a uno pocas veces dos, por excepción tres.El clásico borrego, que decíamos. Mas esos pases, que salían como de cuentagotas, eran buenos Hubo algunos derechazos excelentes; tres naturales y el de pecho extraordinarios. Son los mejores pases de la feria esos naturales, de recorrido largo, temple y cadencia, pulcro remate. Sin embargo, la faena no tenía resonancias por culpa de la res, inadmisible en la que pomposamente titulan Feria del Toro, como inadmisible fue toda la corrida. Pero llegó la hora de la verdad. Se perfiló Manzanares en la peligrosa posición que decíamos, entró despacio y hundió el acero hasta el puño, mientras salía cogido en una voltereta espeluznante. No nos dio tiempo ni a reaccionar, pues aún no habían llegado los demás toreros al quite -y eso que todo ocurrió a tres o cuatro metros del burladero-, cuando el toro rodaba fulminado. Manzanares se incorporó después de que cayera el animal; rota la taleguilla, sin mirarse. La plaza en pie, pedía las orejas en un formidable clamoreo. Con aquella estocada, aquella voltereta y la gallardía del diestro, que dio la vuelta al ruedo en apoteósis, se rompió el maleficio de una tarde que basculaba. segundo a segundo entre el triunfalismo y el escándalo, con un fondo de múltiples suspicacias.
Plaza de Pamplona
Octava corrida de feria. Toros de Torrestrella, justos de presencia, manejables, sin viveza, flojos. En tres se simuló la suerte de varas. Sólo el sexto cumplió en el primer tercio, y tuvo genio.Dámaso González: estocada enhebrada, rueda de )eones, descabello (aviso), otra rueda de peones y cinco descabellos (algunos pitos). Pinchazo, estocada y descabello (oreja muy protestada). José Mari Mantanares: dos pinchazos y bajonazo (pitos). Gran estocada, de la que sale cogicio, sin consecuencias (dos orejas). Niño de la Capea: estocada baja atravesada, rueda de peones y descabello (pitos). Bajonazo (palmas y pitos)
Porque a corrida, digámoslo sin rodeos, fue una tomadura de pelo. Toros, casi todos, justitos de presencia, aborregados, sin fuerzas.
El primero de Manzanares -quien tuyo el lote más cómodo- era una inválido, incapaz de dar dos embestidas sin caer pesadamente. Salvo el sexto, ninguno soportó los puyazos reglamentarios, por descontado, y con los que se corrieron en segundo, tercero y cuarto lugar, se simuló la suerte de varas. El público reaccionaba con pitidos y el murmullo del desencanso, pero sin hiel. «Aquí es cuando se arma». oíamos decir, y nos venía a la memoria el escándalo furibundo de la tarde anterior. Y, efectivamente, en alguna ocasión coreó la mocina aquello de «¡Esto es un atraco, rri, nos arriba! ».
La gente, no obstante, las peñas sobre todo, estaban ayer de buenas. Agradecieron las faenas de múltiples pases encimistas que verificó Dámaso González; la segunda de ellas a un toro bien puesto -colorao, chorreao de preciosa capa-, en la que incluyó despiantes de rodillas. Mantuvieron una santa pasividad durante el trasteo de .Manzanares al segundo, aunque insistía en prolongar la faena, como'si en vez de un animalejo tullido tuviera enfrente una catedral. Y si pitaron al Niño de la Capea fue porque éste ha llegado a unos extremos de tosquedad en su toreo que no admiten ni el más benévolo análisis. Su primero, un perro, sacó geniec.llo y le desarmó. No vimos más que trapazos. El sexto, único al que picaron en el primer tercio y aun así se quedó sin el adecuado castigo, era incierto por el derecho y tolerable por el izquierdo, pero el Niño de la Capea fracasó por los dos lados y por todos los conceptos. Corrida y feria se te han dado muy mal a este torero, lo cual habría de preocuparle seriamente si no tuviera, por respaldo, a la organización Chopera. Mandan los exclusivistas. Y como mandan, en toda una.señora Feria del Toro pudo tener cabida una corrida como la de ayer, pura mentira, que salvó la verdad de una gran estocada de José Mari Manzanares.
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