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Los ciegos piden centros de formación profesional

El pasado día 7, cuando un joven vendedor de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE) fue a retirar sus cupones recibió la noticia de que podía considerarse despedido. «No, no tenemos ninguna queja, pero son órdenes de la superioridad», respondió el jefe de ventas de la delegación de la ONCE de Madrid a sus preguntas sobre los motivos de tal decisión.Este despido es la última de una serie de medidas arbitrarias que vienen sufriendo los vendedores de la ONCE: sanciones por presuntas actitudes de indisciplina y subversión traslados de puesto de venta o de localidad, supresión pasajera del papel, etcétera. Ante ellas, los ciegos están totalmente inermes pues al carecer de status jurídico-laboral no pueden recurrir a las vías legales que utilizan los trabajadores en estos casos.

«La única explicación que encuentro a mi despido -declaró el joven invidente a EL PAIS- es mi intensa actividad en nuestro Sindicato por la que puedo haber sido considerado como conflictivo. »

El Sindicato Autónomo de Trabajadores Ciegos (SATC) que se creó hace tres meses (ver EL PAIS, 13 de abril) se encuentra actualmente con multitud de dificultades. Todavía en proceso de legalización, sin medios económicos, sus miembros se enfrentan además a la campaña de desprestigio que se ha lanzado contra ellos desde algunios niveles de la ONCE.

«Estos tres primeros meses los hemos dedicado a elaborar los estatutos, hacer las gestiones necesarias para la legalización, buscar local, gente y dinero. Sólo contamos con las cuotas de los setenta afiliados -empezamos en el sindicato unos veinte-, y tenemos que combatir la política disolvente de la ONCE y la actitud de muchos compañeros que piensan en el cupón como única forma de ganar dinero.»La integración de los invidentes en el mundo laboral es uno de los principales objetivos del SATC. Sobre los medios que hoy se dedican a este fin forman sus miembros:

«Existen algunos centros de formación profesional para ciegos -la Escuela de Fisioterapia, la de Telefonía y los talleres- pero funcionan a tan bajo rendimiento que cada año sólo se pueden colocar treinta o cuarenta ciegos en puestos de trabajo.»

Del total de la población invidente española, 13.600 ciegos, son vendedores de la ONCE, 3.500 ocupan puestos en la administración de dicha entidad, unos mil se encuentran en fase escolar básica y hay setecientos u ochocientos en la Universidad. Sólo doscientos ciegos ocupan puestos de, trabajo como fisioterapeutas, telefonistas o en la enseñanza.

Con respecto a la ONCE, los miembros del sindicato se muestran partidarios de una radical reestructuración de los cuadros dirigentes -«la mayoría colocados después de la guerra»- y de que se revitalicen los centros de rehabilitación laboral.

«Nuestro objetivo a largo plazo es constituirnos como empresa paraestatal y que el cupón quede como solución para los ciegos de avanzada edad o para los que no puedan adaptarse a ningún trabajo normal. Este cambio es necesario porque el cupón está a punto de llegar al, techo máximo de beneficios. y además tendrá que competir con los juegos de azar y hay que buscar otras formas de ganar la vida. »

«Sin embargo, la cuestión económica no es el problema clave. Muchos ciegos son pequeño-burgueses; alguno hay que gana 5.000 pesetas diaria»s». Se trata sobre todo de una problemática de interación social que, en último término integra a todos los minusválidos.»

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