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"La banda de Suárez", un equipo homogéneo

« Se acabaron los concursos de belleza, ahora empiezan las cosas serias», estimaba ayer un comentarista radiofónico al explicar la formación del nuevo Gabinete Suárez que, como todos los especialistas en política española, recordaba que con este Gobierno monocolor, el Gobierno tendrá que afrontar la construcción de la «verdadera democracia: reconocimiento de todos los partidos políticos, satisfacer las aspiraciones nacionalistas, Constitución». Y, antes de nada, afrontar el gravísimo problema económico, muchos observadores resaltaban las características de este panorama, es decir, el 30 % de inflación, el millónlargo de parados y una divisa que, según pudo saberse en fuentes especializadas y competentes, se sostiene gracias a las compras diarias que realiza el Gobierno español, principalmente en Suiza, «a pesar de una devaluación probable, nos han explicado en los medios cambistas, no hay manera de encontrar pesetas en el mercado».«En definitiva, el señor Suárez ha formado un equipo homogéneo, coherente y del que puede afirmarse que es partidario de los principios de democratización que caracterizaron el primer Gobierno del actual presidente.» Este análisis del diario independiente Le Quotidien de Paris, era compartido en esta capital de manera bastante general. A nadie le sorprendió un Gabinete que, según las tendencias de la opinión, se caracterizó de centro-izquierda, de centro o de derechas. Algunos encuentran un cierto paralelismo entre la trayectoria «centrista», "reformista" o de «sociedad liberal avanzada», del presidente galo Valery Giscard d'Estaing y la que parece haber cogido el señor Suárez: en tal caso, observó alguien, «el joven primer ministro español demostraría dotes de estadista serio si, en vez de "sonar", como nuestro presidente, realizase lo que promete».

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La «banda de Suárez» o «los hombres del presidente», según expresiones empleadas para matizar la formación del Gabinete, en opinión del diario independiente Le Monde, son el producto de la «prudencia, la habilidad y la suavidad» del «premier» español, del que se recuerda la desconfianza que inspiró hace un año cuando fue nombrado por el Rey, para concluir, que, ahora, a pesar de los serios problemas que debe afrontar y de las deficiencias que pudiese inspirar su segundo Gobierno, «¿quién sabe?»...

En un amplio perfil de los nuevos y antiguos ministros, Le Monde estimaba que, hoy por hoy, tras la formación de su Gobierno, «Suárez es el dueño del juego». En un suplemento de cinco páginas dedicado a «Cataluña, liberada», este diario recordó que los catalanes son «españoles, quizá, pero nunca castellanos». Y en un artículo firmado por el senador Josep Benet, concluía: «El pueblo catalán quiere creer y esperar que la Monarquía no obstaculizará el restablecimiento inmediato del estatuto de autonomía. Sería muy peligroso, para la institución monárquica y para la democracia en el Estado español, que el pueblo catalán vea frustradas sus esperanzas.»

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