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La izquierda francesa no trató de las nacionalizaciones

A pesar de estar previsto, no se abordó el tema de las nacionalizaciones en la reunión de ayer entre los tres partidos de la unión de la izquierda. A pesar del mutismo que observaron los quince representantes de los comunistas, socialistas y radicales de izquierdas que llevan a cabo la actualización del «programa común», después de cuatro horas de discusiones parece ser que el problema candente de las nacionalizaciones «fue secuestrado». Un portavoz comunista, sin embargo, declaró que se había «trabajado normalmente», pero sobre otras cuestiones menos espinosas. Los comunistas, contrariamente a los socialistas, piden tiempo por delante, y su líder, Georges Marcháis, anunció que en julio tomaría sus vacaciones. Todo ello revelaría las dificultades de la oposición para entenderse sobre su programa.En el proceso de actualización del programa que la izquierda francesa pondría en práctica si ganase las elecciones de marzo del 78, lo referente a las nacionalizaciones constituye la «piedra de toque» de las posibilidades de entendimiento. El maximalismo de los comunistas, en opinión de los socialistas, es lo que hace sospechar a estos últimos que el PCF, una de dos: o no le tienta realmente el poder, o desea llegar a él en condiciones de «supremacía». Por el contrario, la moderación que manifiestan los socialistas, según estima el PC, encubriría «sombrías» intenciones por parte del señor Mitterrand, como, por ejemplo, «gobernar solo, atraer votos de derechas y, en definitiva, favorecer los designios socialdemócratas del presidente, Valery Giscard d'Estaing». Por su lado, los radicales de izquierdas declaraban días pasados que no están dispuestos a ser «el chico de los recados» de los socialistas.

Las divergencias que separan a los tres partidos en materia de nacionalizaciones concierne al número de las mismas y a la forma de indemnización. La postura de los comunistas es la siguiente: además de las nueve sociedades previstas en el «programa común», más la banca, quieren añadir la siderurgia, la firma automovilística Peugeot-Citroën y la compañía francesa de petróleo Total. Los socialistas, hasta la fecha, se han negado rotundamente a la ampliación de las empresas nacionalizables: las que figuran en el programa y ni una más, únicamente admitirían que el Estado se convirtiese en accionista mayoritario de los grupos que desea nacionalizar el PCF. Los radicales de izquierdas están de acuerdo con la tesis del PS, pero solicitan además otra reforma del «programa común»: que desaparezca la cláusula según la cual toda empresa puede ser nacionalizada si se cumplen dos condiciones, en primer lugar, que lo solicité la mayoría de los trabajadores de la empresa en cuestión, y después que el Parlamento se pronuncie favorablemente.

A la vista de las dificultades que presenta la solución de este problema, en un clima de «guerra» verbal creciente entre socialistas y comunistas, ya se descartaba ayer que la actualización termine, como habían anunciado los interesados, para finales del mes en curso.

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