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Con "La Traviata" se clausura el Festival de la Opera

Hay que felicitar a los organizadores del Festival de la Opera. Encontrarse, de pronto, con una Traviata de clausura en la que fallan los dos protagonistas no es grano de anís. Sin embargo, fueron sustituidos por dos primerísimas figuras de la lírica: el español Kraus, sobre el que toda ponderación resulta ociosa, y, la soprano Elena Mauti Nunziata, que tanta sensación causara con su Micaela de 1975 en la Arena de Verona. Con lo que tuvimos un cierre de festival excelente, como correspondía a la entera trayectoria del ciclo.La Nunziata posee una voz de bellísimo timbre, consistente, mullida, de fácil emisión y buena potencia. Medios que la cantante gobierna con gran inteligencia musical para establecer una inmediata comunicación con el público. El que llenaba la Zarzuela respondió con justificado entusiasmo. De Kraus sólo pueden escribirse juicios positivos. La perfección de su línea, la elegancia con la que nos hace llegar el gran mensaje romántico, la noble impostación de su esencialidad lírica están tocadas, además, por un algo cordial y humano que, sin excesos teatrales, penetra muy hondo en el ánimo de quienes escuchan al fabuloso tenor canario. Así, la Violeta Valery y Alfredo fueron encarnados -nunca mejor empleada la palabra- con realismo poético y estilización artística. Juntos se nos daban los personajes y los mitos en que vinieron a convertirse gracias a la elevación melodramática de Verdi en uno de sus grandes climax: el que corona, acaso, su primer estilo. Hacer del teatro intimidad y del sentimiento cosa teatral es algo tan difícil que sólo talentos como el de Verdi pueden proponer y méritos como el de la Nunziata y Kraus realizar.

Teatro de la Zarzuela

La Traviata, de Verdi. Directores: Balagna y María Grosschmid.Protagonista: Nunziata, Kraus, Sardinero. 26 de junio.

Al lado de la sorprendente pareja, Vicente Sardinero exhibió, una vez más, su Giorgio Germont. Sardinero es la seguridad. No existen problemas con él. Al contrario, su solo nombre garantiza -en lo general y en los matices- no sólo firmeza, sino belleza de línea, nobleza de timbre, emoción contenida y comprensibilidad exacta del personaje. Sardinero fue también protagonista del éxito.

El resto del reparto -la Burger, la Fontdevila, Pons, Catania, Carta, Manzaneda- se comportó dentro de una buena tónica, con mayores luces según el interés de los personajes a su cargo. Seguro, brillante, el Coro de la ABAO y excelente la orquesta Ciudad de Barcelona, cuya aportación al festival madrileño ha resultado decisiva. El público ha mostrado su admiración y gratitud a los músicos barceloneses rodeándolos de ovaciones, especialmente significativas. El maestro Francis Balagna dejó bien sentado su oficio y yo diría que su devoción por los pentagramas verdianos. El resto -escenarios, figurines, ballet-, tradicional y hereditario.

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