La hegemonía del toreo ecuestre, en litigio
Hace unos años -no muchos- un rejoneador portugués, José Samuel Lupi. cambiaba en España todo el sentido del toreo a caballo. Lo que hasta entonces había sido, para la mayor parte de los aficionados, «el número del caballito», se convertía con él en toreo puro; emoción por el equilibrio entre las posibilidades del caballo y el toro.Hace dos temporadas, el toreo a caballo se perfeccionaba merced a otro portugués: Juan Moura, un crío de quince años, que en dos patadas (en dos trancos) se abrirla paso entre todos sus colegas españoles, más veteranos, hasta quedar en la cumbre, sin competencia posible.
El toreo de Moura -sentido de la lidia, conocimiento de los terrenos, temple, caballos de doma perfecta- es de por sí todo un espectáculo, que arrebata a los aficionados y asombra a los espectadores. Con el toro que embiste vivaz y con ritmo, por supuesto, pero también con el difícil. En la feria de San Isidro última ha quedado, para la historia de la tauromaquia, la lidia que dio a aquella res cobarde que buscaba tablas y embestía a oleadas y que, por el arte del torero, acabó encelada en el caballo, en los medios, dominada.
La competencia
Pero cuando parecía que Moura era inconmovible en la cumbre de su modalidad torera, Manuel Vidrié, en la misma feria, pidió paso con otra actuación de gran lucimiento e inició una competencia que ya apasiona a los más rigurosos núcleos de afición. Está en cuestión la hegemonía del rejoneo, y la Asociación de la Prensa se ha hecho eco de este suceso máximo de la temporada, para montar un mano a mano como gran atracción de su tradicional corrida. El próximo día 30, Las Ventas -la primera plaza del mundo- será escenario de la confrontación de Manuel Vidrié y Juan Moura. En litigio, el mando en el toreo ecuestre.
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