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Las grandes cuestiones

Los poderes de Juan Carlos son mucho más extensos que los de cualquier otro monarca del mundo occidental, puesto que puede gobernar por decreto. Ha supuesto una influencia liberal y estabilizadora. Al elogiar la forma en que se realizaron las elecciones españolas, el secretario de Estado norteamericano, Vance, señaló que el Rey había prestado un gran servicio al restaurar la democracia con destreza. y con prudencia ( ... )Pero sus prerrogativas deben ser revisadas. La izquierda solicitará una Monarquía constitucional y hasta un referéndum sobre la Monarquía. La izquierda también quiere un primer ministro responsable ante las Cortes, y no ante el Rey. (...) Un diplomático predice: Juan Carlos quiere salvar a la Monarquía, y como es inteligente y conoce la historia de su familia, será razonable y no se aferrará a todos sus poderes (...)

El difícil problema del regionalismo debe también resolverse. «Este es otro mundo», dice un abogado de San Sebastián. «La ocupación fascista no ha terminado. La policía y la Guardia Civil están divorciadas del pueblo.» Franco nunca perdonó a los vascos y a los catalanes que hubiesen luchado contra él durante la guerra civil. Como resultado, la represión política fue rhuy grande. La represión alcanzó a la ETA, una organización separatista que asesinó al amirante Carrero, en 1973. Los vascos son los más intransigentes en sus demandas de autonomía reuional. Pero estos sentimientos existen en Cataluña y, con menos intensidad, en Galicia, Andalucía y las islas Canarias. Hay un amplio consenso en esas regiones exigiendo el derecho de adoptar decisiones propias sobre educación, obras públicas e impuestos.

Aunque la España posfranquista debe incorporarse a la OTAN, no hay de ello perspectivas ínmediatas. Su participación, no afectará al tratado de defensa con Estados Unidos, que es válido hasta 1981. Washington mantiene relaciones cordiales con Suárez. También en Gran Bretaña hay admiración por los progresos españoles. «El secreto del éxito de Juan Carlos (...) fue el de rechazar a los hombres de la guerra civil y a los líderes del Opus Dei, por hombres de su propia generación.»

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Con profundo orgullo, la prensa española celebra las elecciones como un triunfo de la moderación y elogia el orden con que se realizaron. Una vez contados los últimos votos, un intelectual español expresó las emociones de sus compatriotas. «Ahora nuestro pueblo puede decidir si quiere vivir en armonía o disentir de una.forma civilizada.» (...)

21 junío

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