De Chirico
De Chirico.
Galería Barbie.
Claudio Coello, 23.
No es corriente que sea la presencia de una única obra la que dé pie a toda una crónica. Acaba de abrirse en la prolífica calle de Claudio Coello una galería que, avalada por la buena fama de su sede barcelonesa, nos ofrece, dentro de la línea que es habitual en sus tutores, una exposición colectiva con partícipes nada desdeñables: Léger, Miró, Tapies, Palazuelo, Millares, Saura, Rivera y varias piezas de estatuaria romana. Pero lo que convierte la muestra en excepción, es la inclusión de un lienzo de Giorgio de Chirico que bien pudiéramos adjetivar como, magnifico. Se trata de una nueva versión, realizada en 1950, del Ettore e Andrómaca, de 1917. Si los surrealistas (Bretón y Queneau a la cabeza) anatematizaban contra esta costumbre chiriciana de reincidir en los temas de juventud, en una época en que hacía convivir estos revivals de sí mismo con veleidades en exceso clasicistas, no es menos cierto que, como vaticinara Duchamp, el tiempo se encarga de diluir las viejas disputas en favor del que fuera pionero en traducir sobre la tela las imágenes del ensueño metafísico. Sorprende el encontrar aquí, cuando tan a menudo nos abandonamos al hábito de la reproducción que todo reduce a cliché, la buena mano de pintor que alentaba a Chirico. De tal forma, poco importa en la lejanía, qué versión precede y cuál reproduce, Los dos héroes, casi anulados en la geometría de la madera, se abrazan anhelantes, bañados por esa luz que les llega del ninguna parte onírico. La atmósfera de la plaza evoca aún la de los versos escritos por el pintor, cuarenta años antes: «Pórticos al sol. Estatuas dormidas. Chimeneas bermejas; nostalgias de ignotos horizontes.»
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.