Los ministrables
La batalla de Madrid no la ha ganado el Centro de Suárez Democrático. La batalla de Madrid la ha ganado el PSOE, porque 15.000 votos y pico, que son la diferencia a favor de Suárez, no pueden considerarse una diferencia, sobre todo si se tiene en cuenta que las elecciones las gana siempre el Poder, y el Poder, en este caso, con todo su golpe de Prado del Rey, galán de la reforma y manipulación publicitaria, sólo ha arrancado 15.000 votos de ventaja a la entraña roqueña y escarpada del pueblo de Madrid.Con todo y con eso, parece que el Gabinete va a ser monocolor y los ministrables que andan sonando por ahí son todos hombres de Suárez, más o menos coaligados, desde el Fernández Cuesta renovado hasta el Camuñas esculpido a navaja.
-¿Y qué me, dice usted del reciclaje que le van a hacer a Reguera Guajardo? -me dice el abrecoches, que en esta mañana democrática y socialista ha estrenado gorra azul con galón de plata, gorra que debe haberle regalado algún conserje del Palace en retiro.
Bueno, sobre Reguera Guajardo ya lo dijo todo una vez Emilio Romero, que es muy mal hablado:
-¿Qué coño hace ahí ese hombre?
Yo, como no soy tan mal hablado, creo que Reguera, cuerpo, es un buen funcionario, lo único la alegoría, que ahí le patinó la neurona, te lo prometo, pero a lo mejor ahora, a la vista de que el pueblo unido jamás será vencido, va y quita la alegoría, o sea como prohibida, y ya podemos hacer otra vez alegorías por libre, que a mí algunas me quedan muy bonitas, la de Niní Montián, un suponer, lo cual que me ha contestado doña Niní, muy educada y muy bien, si es, que la democracia está volviendo fino y de cuña a todo el mundo.
-¿Y don Landelino Lavilla Alsina?
Como ahora hay poco movimiento de taxis, que han subido mucho la tarifa, el abrecoches aprovecha para aprenderse los dos apellidos de los políticos, que el abrecoches es un ácrata muy respetuoso con el padre y la madre de cada uno. Don Landelino Lavilla Alsina nos trae un perfume de tácito y un recuerdo inefable de cuando el Ya era la oposición en este país, en vida de Franco, o sea que no se explica uno cómo Suárez no encuentra gente más moderna para gobernar. Claro, es que parece que se impone el modelo británico. Tanto marearnos con el eurcarril comunista y el modelo mediterráneo (democracia cristiana-comunismo), y ahora resulta que somos más anglosajones que mistress Thatcher, pero sin ponemos los sombreros tan kitsch que se pone esa tía.
Como gran reciclaje izquierdista, parece que entra Joaquin Garrigues en el Gabinete. Aquí, cuando la derecha se desmadra hacia la izquierda, no pasa de los Garrigues. Es lo más lejos que han llegado en liberalismo ateo. Ya Franco tenía su límite por la izquierda en don Antonio Garrigues padre, y parece que Suárez, hijo de Kennedy y del franquismo a fin de cuentas, no quiere forzar los límites del Caudillo.
Me dice Nacha Guevara:
-He visto que aquí en España insultan a la gente por besarse en la calle. Pero nadie se escandaliza cuando dos conductores, por ejemplo, se pelean en la calle.
Bueno, Nacha, a lo mejor con el Gobierno monocolor de Suárez se arregla eso, que son una democracia guapa y llena de tías buenas. Me cuenta Gemma Cuervo de las represiones que tuvo en su adolescencia, que más o menos es la mía.
-Lástima que no hubiéramos coincidido entonces para juntar nuestras represiones, Gemma.
Unidos por el franquismo, la bella y yo. Otro camarada de infancia -concretamente, de infancia leonesa-, Rodolfo Martín Villa, parece que también se queda al mandar, sin represiones ni nada, que este hombre sólo tiene represiones verbales. Hay que ver lo poco que se expresa. No hace la menor concesion a la elocuencia. Parece siempre un niño que está balbuceando mentiras, aunque n.o diga más que grandes verdades. Y Fernández Ordóñez, al que yo he conocido en casa de Tamames cuando era más rojo. Pero con sólo 15.000 votos y pico de diferencia no se puede ignorar olímpicamente al socialismo, con un olimpismo del Frente de Juventudes y el estadio Vallehermoso. ¿No estará jugando Suárez al demofranquismo?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.