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Trescientas mil personas la fiesta del PCE

A las cinco de la tarde, cuando más torrencial era el agua cero que cayó sobre la fiesta del PCE, en Torrelodones, llegó a la pradera donde se celebraba Santiago Carrillo, secretario general del partido, en un helicóptero alquilado por éste al Ministerio de Obras Públicas. La lluvia protagonizó, desluciéndola, la fiesta comunista. En algunos momentos se dio por suspendido el acto ante lo fuerte del aguacero. Empero, los accesos a Madrid a Madrid por la carretera de La Coruña sufrieron serios atascos de circulación rodada. Se estima en 300.000 el número de asistentes a la fiesta del PCE, aunque en ningún momento se concentraran en la campa alquilada cifras superiores a las 100- 120.000 personas. Desde primeras horas de la mañana a últimas de la tarde, fueron pasando por Torrelodones los asistentes. y Andrés Manzano realizaron este reportaje.

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A las diez de la mañana, con un atasco impresionante de tráfico en la carretera de La Coruña, los responsables de organización de la fiesta, en vista de la tromba de agua y viento racheado que se desencadenó por la noche y primeras horas de la mañana, decidieron suspender el acto. Se calcula que en ese momento había en las inmediaciones de la zona más de 200.000 personas, muchas de las cuales volvieron a Madrid al tener conocimiento de que el acto estaba suspendido.

Decepción pasada por agua

La lluvia caía entonces a raudales. A las once y media Juan Diego se dirigió a los asistentes para comunicarles, una vez más, que la fiesta política estaba suspendida, pero que la fiesta popular seguía. Poco después se volvía a dirigir a la gente, esta vez en compañía de Juan Antonio Bardem, para decir que ni Santiago Carrillo ni Dolores Ibárruri asistirían al acto. Protestas de los 10.000 asistentes, aproximadamente que en ese momento se encontraban cerca de la tribuna. Ante los gritos de un sector de gente que pedía ver a Dolores Ibárruri, entre ellos una mujer de 87 años, Juana Méndez, venida desde Extremadura para ver a Pasionaria, Juan Diego contestó que Dolores se podría mojar. Gritos de "que se moje, que se moje». La situación comenzó a enrarecerse y finalmente un miembro de la comisión organizadora, a través de megáfono, confirmaba la asistencia de Carrillo, pero no la de Pasionaria.A las cuatro y cuarto, tras la presentación que hizo Juan Diego, actuó Manuel Gerena, que interpretó dos canciones y llevó a los asistentes el saludo del pueblo andaluz y de Rafael Alberti.

Simón Sánchez Montero, que habló a continuación, dijo, entre otras cosas, que a los organizadores de la fiesta se les había negado sistemáticamente la posibilidad de celebrar el mitin en un sitio más cercano a Madrid, tras muchos días de gestiones y visitas a fincas y parques.

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«Dolores, bandera del PCE»

Bardem presentó después a los directores de cine italianos que se habían desplazado a Torrelodones, Vittorio Dagliani y Francesco Masselli. Cuando José Luis «Zorro» interpretaba «Vientos del púeblo», comenzó de nuevo la tromba de agua. A los diez minutos, cuando aminoraba la intensidad del aguacero, apareció Carrillo en el estrado. A través de megáfono portátil, primero, y por un sistema de megafonía improvisado, después, justificó ¡a ausencia de Dolores Ibárruri diciendo que «no queríamos exponer a Dolores a ningún riesgo. La vida de ella es demasiado importante. En el viaje que hemos realizado en helicóptero hemos estado a punto de sufrir un grave accidente. Dolores es nuestra gloria, una badera que todos los comunistas debemos guardar». Al final del acto uno de los guardaespaldas de Carrillo nos con firmó que ese accidente pudo ocurrir, porque, al tomar tierra, el helicóptero segó una bandera de alguno de los militantes que rodeaban el aparato. «Hace falta -continuó Carrillo- que estas elecciones supongan un triunfo para el Partido Comunista. Votar PCE es votar útil, aunque haya algunos que digan ahora que este voto es peligroso. Hay que conseguir entre treinta y cuarenta diputados en el Congreso que garanticen una Constitución democrática al servicio del pueblo.» «Los sondeos de opinión -continuó más adelante se hacen según el cariz del medio, el periódico que las edita; no os fiéis de ellas.»

Marcelino Camacho insistió en las palabras de éste y añadió que «votar comunista es votar a alguien que no defrauda, que da cuentas de lo que hace, que no utiliza el sistema de emplear palabras de izquierdas en una campaña y actuar con hechos de derechas en el Congreso».

Siguió después la fiesta, en la que Carrillo había intervenido an tes cantando, levantando el puño, arrojando claveles desde la tribuna, con la actuación de Canzoneri Internazionali, Paola Pitágora, Melina Mercuri, Jules Dassin, que cerraron un acto en el que, antes, habían estado presentes Víctor Manuel, Josele Román, Pablito Calvo, Ana Belén, Concha Velasco y varios más. Mientras tanto, An tonio Gala, con su bastón inseparable, se paseaba entre el público.

Más de tres días de trabajo intenso invirtieron 8.000 militantes del Partido Comunista en preparar la infraestructura del mitin celebrado el domingo en Torrelodones. Carpas, puestos de venta de comida, recuerdos, pegatinas, cerámica, banderas, instalación de altavoces, guardería, servicios higiénicos, tiendas de campaña para acoger a los que pasaron las noches allí... Al final, la fuerte lluvia que comenzó a caer el domingo por la mañana desmanteló y enrareció el ambiente.Las pérdidas del acto se calculaban, a las doce de la mañana, en unos veinte millones de pesetas, tanto por las entradas que se dejaron de cobrar como por los productos que no se vendieron o se estropearon (a las seis de la tarde sobraban 100.000 barras de pan y cientos de barras de hielo). Aún así, miles de vehículos, autobuses de toda España e incluso de Portugal, trenes especiales repletos de personas que no se resignaban a quedarse sin su fiesta. A las once de la mañana, en la estación de Torrelodones, miembros del servicio de orden avisaban que el mitin estaba suspen dido y aconsejaban la vuelta a Madrid.Muchos hicieron caso, Otros recorrieron a pie los tres o cuatro kilómetros que les separaban de la finca. Una procesión continua pasó ante las frases insultantes que miembros de Fuerza Nueva y Guerrilleros de Cristo Rey habían pintado en la misma carretera la noche anterior. Se recomendó a los asistentes que no bajaran en grupos pequeños al pueblo, pues se conocía la existencia de grupos de extrema derecha merodeando y militantes de Alianza Popular que enseñaban sus banderas y pegatinas.

Al llegar a la finca se encontraron con un servicio de orden cansado y desmoralizado, que permitió el paso a todos sin preocuparse del cobro de las entradas.

Aunque nadie creía que la fiesta se llegara a celebrar, porque ya se había avisado que el sistema de megafonía estaba húmedo y podrían producirse cortocircuitos con peligro de electrocución, las 100.000 personas que se quedaron comenzaron a hacer surgir su propia fiesta. Los desniveles del terreno impidieron la formación de barro y eso facilitó las cosas. Todos los grupos políticos, nacionales y extranjeros (Chile, Argentina, Guinea) y sociales (feministas, presos comunes, gays) vendían su propaganda y se afanaban en sus mítines particulares. No hubo incidentes de ningún tipo. Se frieron miles de chuletas, sardinas, se comía y se cantaba, mientras el tiempo parecía estabilizarse y las esperanzas renacían, aunque el cielo permaneció cubierto de nubarrones y el frío era intenso.

A las seis de la tarde, una caravana de kilómetros de coches, con banderas al viento, corigestió narían durante casi tres horas la N-IV.

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