El cáncer, otro producto del ambiente
La incidencia de los factores ambientales, de esos miles de productos que empleamos para todo, en la génesis de las enfermedades cancerosas, es otro de los hechos denunciados en el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Entre el sesenta y el 90 % de todaslas enfermedades cancerosas tienecausas ambientales. Las relaciones entre el cáncer y el medio ambientese conocen desde el año 1775, en que Pott observó una correlación entre el cáncer de la piel de escroto y la intensa exposición al hollín que sufren los deshollinadores.
Desde entonces se ha podido constatar que muchos contaminantes ambientales producen cáncer en diversas partes del cuerpo: las aminas aromáticas producen cáncer de vejiga; el amianto azul (crocidolita) causa el mesotelioma que afecta al peritoneo y la pleura; el uranio produce cáncer de pulmón.
A comienzos de la década de los sesenta, un investigador norteamericano, John Higginson, pronosticaba que con el tiempo se descubriría que el 80% de todas las enfermedades cancerosas tiene causas ambientales. Desde 1965, la Organización Mundial de la Salud patrocinó investigaciones sobre el terna dirigidas por el propio Higginson. Analizados 272 productos químicos sospechosos provenientes de varios medios, veinte fueron encontrados culpables de producir cáncer en el ser humano, y otros 137 causan cáncer en animales.
«Hemos demostrado -afirma Higginson- que la mayor causa de cáncer es el ambiente personal del individuo. Sabemos ahora que una persona en Europa o Norteamérica
que viva fuera de las zonas urbanas, que no fume cigarrillos, que no consuma bebidas alcohólicas en exceso, que no coma exageradamente y que no se exponga excesivamente a la luz solar, puede reducir el riesgo de contraer cáncer entre un tercio y un medio. Este conocimiento podría representar un avance ya mismo, si la gente lo aplicara, adoptando lo que yo llamo un plan personal contra el cáncer.»
Plan de lucha
El plan de lucha contra el cáncer que propone Higginson va desde restringir la costumbre de fumar -entre diez y veinte cigarrillos por día aumenta el riesgo de morir de cáncer de pulmón en ocho; cuarenta cigarrillos por día hacen que el riesgo sea veinte veces el de un no fumador-; limitar la costumbre de beber -más de dos wiskys dobles al -día, o su equivalente, comienzan a. aumentar las posibilidades de cáncer de hígado-; controlar los excesos en la comida (el consumo exagerado de grasas, calorías y proteínas aumenta el riesgo de padecer tanto de enfermedades del corazón como de cáncer). La contaminación atmosférica en las grandes ciudades es un factor decisivo en el desarrollo del cáncer, aunque no tanto como el hábito defumar. «Irse a vivir al campo -asegura Higginson- no ayuda tanto como reducir la cuota de cigarrillos en un 10%.» Se sabe que en las comunidades mormonas de la región norteamericana de Utah, donde existe abstinencia total respecto al tabaco y el alcohol, la incidencia del cáncer es aproximadamente un 40% menor que en el conjunto de Estados Unidos.
Existen en el mercado unos 500.000 productos químicos" saliendo cada año al mercado 10.000 productos nuevos. Miles de estos productos, según Higginson, acabarán multiplicando las modalidades de cáncer existentes. Aunque sin pruebas contundentes y exactas todavía, hay algo evidente: un desarrollo creado sin racionalidad que vomita productos incontrolados al mercado, produce, a la vez, un serio crecimiento de la destrucción humana.
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