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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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El Rayo Vallecano

Tantos años, tantos años poniendo nuestras pasiones prohibidas en el fútbol caliente de Vallecas, y, por fin, el Rayo Vallecano sube a Primera. Porque yo soy del Rayo, ¿sabe usted? Lo he sido toda la vida, y aunque nunca he ido a un partido, tuve buena amistad con algunos entrenadores y futbolistas del Rayo, y recuerdo el viejo estadio, aquel patio que tenía por detrás, como una huerta aldeana con una parra -creo que era una parra-, y la emoción- y la rabia de 500.000 vallecanos, que son los charnegos de Madrid, inmigrantes con nostalgia de la braña y odio de clase, que iban allí los domingos a gritar su fracaso y luego se volvían a casa atravesando cementerios.-Pues ahora el barrio tiene un 80% de pecés -me decía hace poco el cura Díez-Alegría.

Son otros tiempos, claro. En Vallecas lo mismo te encuentras al padre Llanos levantando el puño donde no lo levanta Carrillo, que te encuentras a Rafael Conte en una cantina, como me lo encontré yo una vez, leyendo a los estructuralistas franceses. Quinientos mil vallecanos, la cuarta o la quinta capital de España, un barrio grandioso y doloroso al que ahora quiere llevarme un editor a firmar libros, porque este año han puesto casetas en Vallecas:

Vallecas, el fútbol caliente de Vallecas, aquel interior derecha que cantaba en la ducha mientras yo esperaba a entrevistarle para el Ya, largos años en la Tercera División y en el Tercer Mundo, y ahora empieza a despertar las pasiones prohibidas y hay un 80% de peces y hasta el Rayo sube a Primera, o sea que está despertando el monstruo obrero al este de la ciudad, al este del edén madrileño /consumista, está saliendo de su cueva el dragón laboral, la hidra marxista, José María, la hidra, don Ruiz-Gallardón. A ver sí eres tú el San Jorge que, revestido de millones y carismas, aplaste al dragón ateo-laboral.

-O sea, como en 1936 -dice el parado.

Eso, como en 1936, cuando el pueblo pedía armas-armas en las novelas de Cela, vísperas de San Camilo, porque la revolución venía del Este, como la luz, y el marazulmahón de Bias de Otero se desmadraba contra los farallones carolinos de Madrid, y sólo había una cabeza clara y dudosa en el apocalipsis, que era la de don Manuel Azaña.-Y no te olvides de Besteiro -me dice Manuel Viola, surrealista y abstracto, con el que he almorzado ayer en la única taberna no refrigerada por el horterisrno demofranquista.Con Manolo Viola y con Alberto Greco íbamos en el Metro de Vallecas -años sesenta, la década prodigiosa hasta en España- a quemar cuadros en la mitad de la calle, a la vista del personal, en un amago de revolución estética y arte por el arte, que otra cosa no se podía hacer entonces, que no lo permitía El Pardo.

-Nuestra revolución se quedó en la estética, Manuel.Ahora tampoco puede decirse que venga Rimbaud con camiseta del Rayo Vallecano para transformar el mundo y cambiar la vida, pero los comunistas vallisoletanos quieren que yo les escriba unas palabras, me dice Carmen Tamames; yo, que fui niño de derechas en Valladolid. Esto es la caída de los valores y la destrucción de los principios, el dragón está en la calle y la única duda de la derecha es si San Jorge va a ser Ruiz-Gallardón o Luca de Tena, que tienen que probarse la cota de malla del santo, a ver a quién de los dos le queda mejor la cota jaspeada de oro del Banesto.Me pidieron una vez la lista de las diez mujeres más elegantes de España, y dije que diez vecinas de Vallecas elegidas al azar. Ahora el Rayo Vallecano ha subido a Primera y hasta la hidra marxista lleva camiseta del Rayo, equipo explotado secularmente por el Real Madrid en una relación paternalista. A ver cómo queda en las elecciones el fútbol caliente de Vallecas.

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