El candidato presidente

No me gusta meterme con Suárez, porque con Suárez ya se mete mucho Emilio Romero, y Romero y yo no tenernos exactamente los mismos amigos, ni mucho menos los enemigos. De modo que voy a defender un poco al candidato presidente.Lo que más ha escandalizado al personal es que siendo presidente haya salido candidato. A mí me parece que muchos señores del país tienen una doble vida y no pasa nada. Hay quien tiene un apartamento secreto. Suárez es el candidato que tiene un apartamento de la Moncloa. Tampoco es para tanto. Candidato y presidente. Reúne los personalidades en una y esto hace que la prensa le ataque a diario. Y qué. Franco reunía muchas más en tina sola pieza y aquí las víboras de la prensa hemos estado cuarenta años callados corno se pulcros blanqueados que miles de artículos me tengo yo escritos sobre el primer almendro en flor la primera cigüeña o la turista cinco millones.

-El cesarismo es el azote de los pueblos latinos -dice el abrecoches que estos días está en plan retórico y. entre taxi y taxi lee a Pedro de Lorenzo.

O sea, que salimos de un César y nos meternos en otro. Aquí la gente tiene vocación de ser ni muchas cosas. Suárez, con lo joven que es y lo bien que se corta el pelo puede seguir desdoblando su personalidad, segregando indefinidos Suárez que se lo hagan todo como se lo hacían a Franco. porque lo malo de Franco es que había uno en cada delegación provincial y en cada ventanilla de impresos. Adolfo Suárez es el Dorian Gray de la Política española. Revello de Toro le ha hecho un retrato cuya imagen se deteriora por días en secreto y que él ha mandado esconder en las buhardillas de la Moncloa. El Suárez siempre adolescente seuísta es el que vemos por la tele. A mí no me parece mal que Suárez sea candidato y presidente. Creo que, además, debieran hacerle alcalde de Cebreros que es su pueblo. Su juventud y su imagen cortefiel dan para eso y para mucho más. A mí me parece que aparte de llevar la presidencia del Gobierno y ganar las elecciones. Suárez podría desempeñar en estos difíciles momentos la alcaldía de Cebreros como quien lava.

Mucho mejor por supuesto, que su deuteragonista y paisano Emilio Romero, porque lo que en Emilio Romero sería un retroceso político -otro- en Suárez no sería sino un nuevo y glorioso desdoblamiento de personalidad. Hablo de Dorian Gray y no hablo del doctor Jekyll porque no quiero ninguna connotación de ferocidad para el presidente. Le va bien esa cosa wildeana de Cebreros que él tiene. como un Dorian Gray abulense.

Estos días me llaman muchas duquesas y altas damas para hacerme de una asociación de amigos de la URSS. Yo siempre temí que acabaría cayendo en las garras de la U RSS y del oso moscovita por la parte de Marcelino Camacho y mis amigos rojos. Pero resulta que el peligro viene del otro lado. vierte de las duquesas, porque las duquesas como Suárez v como todo el mundo tienen una doble personalidad y por fin con el establecimiento de relaciones diplomáticas les ha salido la moscovita y la bolchevique que llevaban dentro las tías. Si una duquesa madrileña lleva dentro un bolchevique qué tiene de raro que Suárez lleve dentro a Franco.

He estado firmando libros en la Vería esa del Retiro y Soledad Ortega Spottorno me ha traído de la mano a Mercedes Fórmica, que una vez se me puso tarasca en este periódico defendiendo el Rastrillo. Le digo a la bella Mercedes mostrándole mi público con un gesto patricio:

-Ya ves Mercedes, que el pueblo está conmigo.

Lo que pasa es que no me da la gana ser amigo de la URSS porque eso ahora se va a convertir en un snobismo de señoras bien. aparte la pastizara que embaúlan sus maridos con las relaciones comerciales. Y porque yo, que también tengo varias personalidades corno Suárez y que soy un Dorian Gray mucho más wildeano que el de Cebreros no quiero cultivar mi personalidad bolchevique porque no me veo de cosaco. Pero Suárez no me parece que se pase, sino que se queda corto. Si no está ya de alcalde pedáneo de Cebreros es por sentido de la moderación y la honestidad política. Se ha Iimitado a ser dos cuando Franco era cuarenta: los de Ayete. O sea que vamos para mejor.