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Teatro y política

De acuerdo con la tradición. estos días debería terminar la llamada temporada oficial de teatro. La tradición es muy, razonable. Pocas son las salas que gozan de una climatización propia y los calores que se avecinan desaconsejan la gran actividad de nuestros escenarios. Se trata, por otra parte. de un vacío de la gran fábrica centralista que permite -o permitía- la diáspora de las giras norteñas. Así era y así seguirá siendo. sin duda. Pero...Pero este año vamos a disfrutar de una excepción. La campaña electoral va a utilizar, según parece, a bastantes gentes de teatro. El Partido Comunista ha presentado en Madrid, en sesión única, el estado de los trabajos del TEI en torno a Preludio para una fuga, que será estrenado, oficialmente. en la temporada próxima. pero respaldará. antes. algunos actos electorales comunistas. Gentes del PSOE. por otra parte, ponen a punto, estos días, un montaje que tiene como eje mayor. la alegre farsa lorquiana del popular Don Cristóbal. y que también debe sumarse a la actividad preelectoral. Los del «Lebrel Blanco» ya tienen en activo su buen trabajo sobre el Carlismo.

Está muy bien que la toma de conciencia de las gentes de teatro, tan en la vanguardia, desde hace unos años, de la lucha democrática, transcienda ahora. con claridad. a los potenciales espectadores. No hay nada nuevo en esto. Absolutamente nada. Erwin Píseator, el famoso e inevitable nombre del gran teórico y gran práctico del teatro político. dice en su clásico libro. sobre el tenia. que su trabajo no fue un descubrimiento personal. ya que las raíces de ese pensamiento nacen a Finales del siglo XIX. cuando las palabras literatura y proletariado se cargan de violencia y se encuentran en una tangente que genera un concepto artístico nuevo. en que se emparentan el naturalismo y la Volksbühne, la «escena popular». Piscator se asombra de que la clase obrera -que ha aprendido. pronto y bien. a utilizar las posibilidades de expresión de la sociedad burguesa: el Parlamento la prensa.... ignore el teatro como elemento de combate. Sugiere que. en el fin de siglo, el pensamiento de la izquierda dependía. aún, de las concepciones artísticas de la burguesía y que el teatro, templo de la belleza, era un arte de días de fiesta, que no se podía manchar con la lucha atroz de los días de trabajo. La Freie Volksbühne barrió esa imagen y opuso un teatro de la autenticidad a la insipidez de la literatura de diversión. El programa siguió siendo idealista. Sólo la llegada del naturalismo -La verdad, nada más que la verdad- integró la idea de un teatro popular dentro de los esquemas de la lucha de clase. Pero el naturalismo sólo pudo fijar y constatar situaciones.

Piscator la aprovechó muy bien. Su reivindicación del naturalismo le permitió hacer coincidir el problema de fondo con el de forma y presentar la toma de conciencia al mismo tiempo que utilizaba la revolución técnica de la dramaturgiía. Pero. la verdad es que fue el expresionisnio de la guerra, el responsable mayor de la evolución del teatro político. Piscator llegó hasta el Proletarisches theater, que era un teatro de propaganda sin ambigüedades. Y desde entonces. tiene conciencia. nuestra sociedad. de la intensidad vivísima que late en las relaciones del arte -en este caso teatral- con la sociedad.

Relaciones. por supuesto. bastante anteriores a Piscator. El fondo común de referencias a la humanidad del arte. fondo que implica una larga relación entre la política y el teatro. no puede ser más viejo. Como que la conciencia política que aún nos vale y la invocación teatral que aún nos llega. nacieron contemporáneamente en la vieja y meditabunda Grecia. Desde entonces. se repite ese espectacular proceso de creación de mitos y héroes. adoración. utilización. muerte, sepultura y alejamiento. Algo que el teatro resume en la tragedia que los crea. el drama que los estudia y la comedia que los burla.

No hay pues, que asombrarse de esta militancia teatral que ahora contemplamos. La historia del teatro no está solamente en lo que hizo, sino en lo que no hizo. Nuestra historia reciente es muy clara. Probablemente. sólo una sociedad estructurada sin violencias ni saltos. sólo una sociedad libre, quitará al teatro su proyección política. «El punto de detención y reposo del espíritu objetivo» puede decretar el fin de una estética. pero no el fin del teatro. Teatro vamos a seguir teniendo por una razón antigua, clara, y primaria: el ser humano no puede vivir sin él.

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