El Odin Teatre, en España
Emigrante en Noruega a los dieciocho años, procedente de Italia, Eugenio Barba, director del Odin Teatret, laboratorio de investigación pedagógica, fue asistente de Grotowsky en la Escuela de Teatro Polaca en 1960, años antes de que se conociese la obra de este autor. Licenciado en noruego y francés, y en Historia de las Religiones, crea su grupo en 1964 utilizando el nombre del dios de la guerra en la mitología escandinava.El Ayuntamiento de Holstebro ofrece una subvención y local al Odin Teatret, donde prepara cuatro espectáculos, entre el 1966 y 1974. El grupo está integrado por seis actores oficiales y tres estudiantes. Desde 1974 el teatro de Barba sale de su laboratorio para integrarse en el ambiente callejero y popular. La experiencia que desarrolla en este sentido en el sur de Italia es decisiva. Su primera gira por España se ha iniciado en Valencia estos días.
«Con nuestro trabajo perdemos dinero, pero nos ha interesado desplazarnos a España para conocer directamente la evolución que está atravesando. No sólo nos interesa actuar en un país extranjero, sino quizá más conocer sus grupos teatrales, establecer contactos humanos con las personas que viven situaciones diferentes a las nuestras. Al principio admitíamos más espectadores, pero vimos que la escena no permite más gente. De lo contrario, la actuación pierde fuerza por encontrarse la persona muy alejada físicamente del centro de la acción que se desarrolla en el interior de un círculo para que todos los asientos estén equidistantes.»
«Los actores no se identifican por nombres sino por los objetos o colores que llevan, por ejemplo, en blanco, con el libro, con el tambor, con el violín, con el banjo, con la guitarra.»
-¿Qué valor da a la representación?
-El espectáculo es una red minuciosamente anudada que se debe infringir a fin de que se liberen, mediante un futuro imprevisto, los fragmentos de nuestro pasado, de todas nuestras experiencias. En cada actuación los actores se baten contra esta pared, tratan de anular la rígida estructura de hierro en la cual se revelan, y que hace a unos actores y a otros espectadores. Esta resistencia hace del espectáculo un organismo que se transforma, que hace del gesto del actor un gesto que cada ocasión reencuentra la fuerza de una acción improvisada.
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