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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Los marginales

Alianza Popular, por ejemplo, tiene un slogan donde promete que se va a ocupar de los marginados. Eso, si ganan las elecciones, que si no, los marginados van a ser ellos, y tendrán que ocuparse de sí mismos, dándose empleos unos a otros. Pero yo creo que más allá de los marginados están los marginales.¿Quiénes son los marginales? Los que en la sociedad española y en toda sociedad escapan incluso a la catalogación social de marginados. En una cafetería de barrio me reconocen unos marginales y me dan sus papeles, sus palabras, su impaciencia, sus proyectos, sus esperanzas. El presidente Suárez habló por la tele, en su último episodio en color, del respeto a las minorías. No sabe el presidente Suárez, desde la Moncloa, hasta dónde son de minoritarias las minorías. Es imposible llegar al fondo insondable de la sociedad española. Y menos desde lo alto de esa columna jónica en que le tiene sentado Peridis al presidente. Yo, de vez en cuando, me bajo de esta columna tipográfica y cotidiana para darme una pasada por entre el personal, y es cuando las minorías más minoritarias me plantean su verdad y su urgencia. Pero Suárez, ni eso.

Me escribe el padre Llanos, desde el Pozo del Tío Raimundo. He ahí un marginal marginado automarginado. En los años cincuenta hizo su revolución personal frente a Franco y frente a la Compañía de Jesús. La bandera proletaria del padre Llanos, la Ley de Prensa de Fraga y el destape de Saritísima en El último cuplé han sido las tres grandes conmociones, los tres únicos momentos de peligro para una dictadura de cuarenta años.

Saritísima estuvo la otra noche en la presentación de un libro mío, y además llevó a su perro, que es lo que más le agradezco a la estrella. El padre Llanos me invita a comer y con Fraga comeré cualquier día. Quiere decirse, en fin, que el franquismo es ya historia, e incluso prehistoria.

Los marginados son un problema de caridad. Un buen tema electoral para Alianza. Los marginales son un problema de imaginación, de cultura, de sociología. En las listas de electores falta un rótulo para los marginales. La gente se margina mediante la droga, mediante la música, el alcohol, la vida retirada, el arte o la pobreza. Tenemos que contar con que a unos miles de españoles no les interesa nada este remodelado democrático que le estamos haciendo a lo de siempre.

Me lo dijo Edgar Morin, el gran antropólogo francés, cuando estuve en Francia trabajando en la cosa de la vendimia:

-Incluso en las bandas de primates se observa que hay unos golfos, unos marginales, unos monos que no quieren participar en los ritos y las leyes de la tribu.

Es nada menos que el problema de la libertad, en el cual tendremos que tomar ejemplo del mono, mejor que de la Estatua de la Libertad que hay en Nueva York, según se mira por la ventana desde casa de Jesús Hermida.

En un bar madrileño un tanto marginal, con jugadores de ajedrez, música mexicana y fotos pornosicodélicas, se habla de las últimas palizas que los marginales de la extrema derecha le han dado al personal. Yale, el reportero insólito, me muestra discretamente un machete que lleva al cinto.

-¿Te has hecho flecha, Yale, a tus años?

Pero la cosa es más seria. Le amenazan, le persiguen, quizá, según me cuenta. Las sociedades, como los ríos. deben tener unas orillas salvajes en las que puedan acampar los marginales. Sólo hay verdadera libertad un poco más allá de la libertad. María Vela-Zanetti, hija del gran Vela-Zanetti, me cuenta que su padre está encerrado en Milagros, el pueblo burgalés, pintando doce horas diarias y sin querer ver a nadie. He ahí otro marginal. Me parece que a la democracia que nos están remodelando le falta imaginación para contar con los marginales. Aquí todo el mundo pide el poder para sí. Nadie ha hablado, que yo sepa, de llevar la imaginación al poder.

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