Las nuevas Cámaras Agrarias
Aunque ya es de dominio público que existe el proyecto de crear unas nuevas Cámaras Agrarias que sustituyan a las actuales Cámaras Oficiales Sindicales Agrarias de la extinguida Organización Sindical, los dirigentes de ésta persisten en desarrollar actividades de tipo reivindicativo. Por ejemplo, el señor Mombiedro, presidente de la Hermandad Nacional de Labradores y Ganaderos, ha sido recibido por el ministro de Agricultura para discutir los problemas relacionados con la comercialización de la patata. Los agricultores que a través de sus nuevos, y en algunos casos ímportantes, sindicatos están librando una dura batalla para resolver las dificultades por las que atraviesa actualmente la venta de dicho producto, no salen de su asombro y desconcierto ante este hecho.¿Qué sentido tiene que después del desarrollo del decreto sobre asociaciones sindicales, sigan vigentes los organismos sindicales oficiales y no sólo en teoría, sino en la práctica, actuando con todo tipo de ventajas sobre los nuevos sindicatos? (Por ejemplo, mayor facilidad para utilizar RTVE y otros medios de difusión).
Por qué el Gobierno está demorando peligrosamente el decreto sobre las Cámaras Agrarias, con el riesgo de que se llegue a una situación de enfrentamiento radical entre agricultores y Administración prácticamente irreversible?
La única respuesta a estos interrogantes es que el Gobierno, con la máxima urgencia, promulgue el mencionado decreto congelando la actividad de los sindicalistas oficiales.
En nuestra opinión, el citado decreto no debiera concretar todos los aspectos relacionados con la reconversión de las actuales COSA, ya que el desarrollo de la ley debe hacerse posteriormente y con detenimiento, dando entrada a la participación de los agricultores con objeto de que éstos intervengan decisivamente en la configuración de las nuevas Cámaras Agrarias. El riesgo que se corre en caso de no contar con los agricultores es que el proyecto sea rechazado por los propios interesados, o por lo menos por una parte considerable de ellos. Aspectos tan importantes como la financiación de las Cámaras Agrarias, relación entre sindicatos y Cámaras Agrarias, etcétera, son de suficiente entidad como para que el Gobierno tenga en cuenta la opinión de los agricultores.
La creación de los nuevos organismos debe enfocarse dentro de un contexto de transformación global de la administración agraria en un sentido de descentralización y democratización, ya que la existencia de unas Cámaras Agrarias como órganos dentro de la actual Administración podría suponer tina cierta duplicidad de funciones. No en balde las Cámaras Agrarias francesas, fuente inspiradora del decreto que el Gobierno prepara, integran a organismos como el de Extensión Agraria y otros servicios que actualmente están encuadrados en la Administración Central española. A nuestro entender, el Gobierno cometería un error si concibiese la transformación en un sentido estrecho de lavar la cara a la COSA sin dotar de suficiente contenido a las nuevas Cámaras.
Dentro de los distintos temas relacionados con este proyecto merece la pena destacar los siguientes:
Relaciones Sindicatos- Cámaras Agrarias. Los actuales sindicatos campesinos han manifestado en repetidas ocasiones que no quieren verse reducidos al mero papel de movilizadores de tractores. Quieren participar en la política agraria, en la planificación de cultivos, en el control de subvenciones y ayudas, en la realización de estudios, etcétera. Por ello la viabilidad del decreto exige una definición precisa de las funciones de las Cámaras Agrarias con objeto de delimitar el ámbito sindical, entendido en sentido amplio, del ámbito administrativo. De lo contrario, las Cámaras podrían usurpar parcelas que los agricultores consideran específicas de sus sindicatos, y podrían caer incluso en el error de convertirse en organizaciones patronales. Esta delimitación no va a ser fácil ya que las Cámaras en realidad son organismos híbridos, y ya se sabe que los híbridos pueden salir muy bien o muy mal. Si las Cámaras se plantean correctamente, pueden constituir una experiencia interesante de democratización de la Administración, con una incidencia muy positiva para el campo.
Financiación. La mayor parte del presupuesto necesario para las Cámaras Agrarias debe proceder de fondos públicos, aunque quizá tenga interés que los agricultores aporten una pequeña parte de los recursos con objeto de poder exigir el máximo de eficacia y servicio. En este sentido, la permanencia de los funcionarios sindicales, en muchas ocasiones ideológicamente comprometidos a sectores ultra, puede restar confianza y credibilidad a las nuevas Cámaras delante de los agricultores.
Ambito territorial. Si las Cámaras son realmente democráticas podrían jugar un papel decisivo en la planificación agraria; en este sentido, las peculiaridades de la agricultura exigen una estructura territorial lo más descentralizada posible. Quizá no sea imprescindible una Cámara Agraria en cada pueblo, pero tampoco deben existir sólo las Cámaras Provinciales; la fórmula más idónea podría ser la Cámara Comarcal como unidad base.
Estos puntos y otros muchos deberán ser debatidos ampliamente con posterioridad para definir con precisión este tema. Lo que es urgente ahora es la publicación del decreto, la congelación de las actividades sindicales de los presidentes de COSA y de la Hermandad Nacional, la elección a todos los niveles de los cargos directivos de las nuevas Cámaras por sufragio universal y la neutralización del antiguo aparato sindical cara a las elecciones.
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