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España: futuro chileno o democracia italiana

Entrevista con el historiador británico Paul Preston

Juan Cruz

Paul Preston, un profesor universitario británico de treinta años, uno de los más destacados historiadores de España que hay en el Reino Unido, pronunció ayer lunes una conferencia en la Universidad Autónoma de Madrid sobre el tema de su reciente tesis doctoral: La derecha legalista de la CEDA y la provocación de la guerra civil. El profesor Preston, que actualmente enseña en el Queen Mary College, de la Universidad de Londres, está a punto de publicar en España, en la editorial Turner, La república imposible, sobre el período al que se referirá en la conferencia. Previamente editó España en crisis y Leviathan, una antología de la revista del PSOE. Aparte de ello, es frecuente colaborador de revistas de sociología política. En su último artículo, publicado en New Society, afirma que «sólo el resultado de las elecciones del próximo mes pueden confirmar si España va a tener un futuro italiano o chileno».

EL PAIS: ¿Es usted optimista con respecto a las características de ese futuro?Paut Preston: Muy optimista. El gran temor es que sea en efecto un futuro chileno el que le espere a los españoles, pero tengo la esperanza de que, en un principio, pueda haber una especie de democracia a la italiana, que no es el mejor de los mundos pero que siempre es mejor que el pasado

-Con respecto al pasado remoto, su tesis doctoral, La república imposible trata del conflicto PSOE-CEDA antes de la guerra civil. ¿Cree usted que en España podría darse ahora una situación similar?

-No. La cuestión es totalmente diferente. En los años 30, los demócratas montaron un desafío, aunque suave, contra la oligarquía terrateniente y en especial contra elementos tan sensibles como el derecho a la propiedad privada. A partir del crecimiento económico de los 60, la democracia comenzó a interesarle incluso a la derecha. La diferencia está en que mientras en los años 30, la democracia significaba amenaza socialista, ahora supondrá consolidación de las fuerzas dominantes. En los años 30, la desigualdad existente produjo una guerra de clases que ninguna democracia parecía capaz de contener. Ahora los sectores izquierdistas coinciden con los representantes progresivos del capitalismo en la necesidad de una democracia. Creo que ese acuerdo es positivo. Construida la democracia vendrán las desavenencias y entonces se verá qué son capaces de conseguir los hombres de izquierda en su intento de lograr una reforma de la estructura económica. De la etapa en la que la CEDA intentó conservar los privilegios de los terratenientes usando argumentos legalistas contra el Frente Popular -luego el argumento fue la violencia- podría sacarse otra consecuencia para la actualidad: existe el peligro de que ahora se vuelvan a usar los métodos que aquel grupo político de derechas seguía para procurarse los votos,

-En esta ocasión, ¿piensa usted que el establecimiento de la democracia será aceptado de grado por todo el mundo y que acabarán las amenazas de confrontación?

-Repito que todo depende del resultado de las elecciones. Si gana el centro-izquierda, éste se propondrá cambios sociales y económicos que evitarían tensiones sociales graves. Si ganan grupos refractarios a una nueva consideración constitucional del problema de España, entonces no veo el modo de evitar conflictos

-Desde hace cinco años usted estudia el fenómeno del franquismo, ¿podría definirlo ahora?

-El franquisnio fue una alianza de fuerzas, de las que la primera en desligarse fue la Iglesia. Se seguirán desligando otras fuerzas, pero será muy difícil desmantelar su aparato social. Ha resultado más o menos simple su desmontaje político, pero como se comprobó con Hitler y Mussolini, el desmantelamiento del resto no es siempre sencillo.

-El libro en el que trabaja ahora trata de la resistencia democrática contra el franquismo. ¿Cree usted que esa resistencia dejó ya de tener razón de ser?

-En España en general, sí, pero no en el País Vasco, donde según hemos visto en la televisión británica las fuerzas del orden siguen modos que parecen haber sido abandonados en otras capitales españolas. La represión lingüística y cultural que se ha padecido tanto en el país Vasco como en Cataluña ha sido exacerbada en el primero y eso se sigue poniendo en evidencia. Mientras en Madrid y en Barcelona se aprecia un cambio cualitativo político, los que observamos el País Vasco vemos que nada ha variado allí.

-En España se ha publicado ahora un estudio sobre los demócratas que lucharon contra el dictador. ¿Usted va a seguir la tesis de Tussell en su volumen?

-No, porque Tussell habla de Ridruejo, de Ruiz-Giménez, de Gil-Robles, etcétera, y toca de pasada la oposición de los socialistas. Yo, sin embargo, no considero que esos políticos entren en lo que yo he querido que sea mi estudio. Escribo de los que fueron notoriamente perseguidos por el régimen porque intentaron derribarlo o, cuando menos, estorbarle gravemente. Incluyo a mi gente del partido Comunista, a anarquistas, a personajes de la ETA, etcétera. También me refiero al campesino analfabeto que no escribe memorias, pero que a su modo combatió la dictadura desde su confinamiento

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