Otra marginación: los curas secularizados
Los sacerdotes secularizados están entre la depuración y la reconquista. Tras el Concilio Vaticano II la ola de secularización se hizo notable. Aunque no se puedan conocer cifras exactas y concretas se supone que no menos de 20.000 curas dejaron de serlo, o mejor, pidieron ser dispensados del celibato eclesiástico. La ola no ha descendido, sino que el ruido, el comentario y en definitiva el cotilleo ha cesado, porque al fin vamos dándonos cuenta de que la secularización del sacerdote no es otra cosa que la de cambiar, en un momento determinado, de camino.
La Iglesia llega a reconocer el justo derecho del sacerdote a liberarse de la ley eclesiástica del celibato. Pues bien, esto no corresponde, sin embargo, con la actitud posterior. ¿Qué pasa con el cura secularizado? En el mejor de los casos, pierde su trabajo de forma automática e incluso se le recomienda. que abandone su lugar habitual de residencia; muchos curas, que, al margen de su dedicación pastoral, se dedicaban a la enseñanza, pierden, enel momento (le su secularización, ese otro puesto de trabajo, como si por el cambio de estado se perdiera también el conocimiento de la ma.teria a enseñar, o la fórmula pedagógica.La contradicción es evidente. Incluso el Papa, cuando firma en cada caso la secularización de un sacerdote, firma textualmente «la reducción al estado laical» como si este estadio, de por sí, fuera ignominioso, o como si esa reducción conllevara un tipo de condena.
Los secularizados se sitúan por encima de los veinticinco años y por debajo de los cincuenta años. Se trata normalmente de sacerdotes maduros que tras una larga reflexión deciden dar ese paso. penoso inicialmente por las circunstancias social, familiar
eclesiádtica en que se desarrollan «Las medidas jerárquicas no niegan, de hecho, toda posibilidad de trabajo pastoral; son incluso más rigurosas que las que se aplican a cualquier seglar; quedamos como proscritos. Es como si la jerarquía eclesiástica nos reconociera el derecho a casarnos, pero nos lo concediera castigándonos -comentaba uno de ellos-. «Es como si nostros, que no- tenemos crisis alguna er. nuestra fe, por el simple motivo de optar por el matrimonio, fuéramos acreedores a sanciones laborales o económicas. «Y lo curioso es que la propia Iglesia, que reconoce la posibilidad de que seglares preparados puedan desarrollar alguna labor pastoral, no la reconoce en los que nos hemos secularizado. Lo dicho, como si nuestra opción por él matrimonio implicara o llevara consigo un abandono de la fe o una traición.»
«Decir que se promueve escándalo es una falta de valentía. Cuando delante del pueblo se tienen que tomar posturas más conformes con la verdad y la justicia, se explican debidamente y son perfectamente comprensibles. De cara a los verdaderos creyentes no hace falta justificación alguna. Son otros los escándalos que debieran evitarse y no el conocimiento escueto de que un cura se haya salido para casarse.»
Las soluciones no son fáciles, pero deben partir de medidas que superen toda hostilidad y las prohibiciones que aún existen.
CEU, dos expulsiones
Un ejemplo reciente está en el Centro de Estudios Universitarios (CEU) de la Asociación Católica de Propagandistas. Tras una serie de años de servicios, dos antiguos profesores se han visto este año retirados de la docencia a causa de su secularización. Algunas de las razones expuestas para el cese de los ex curas es que quizá algunos padres de alumnos podrían no ver bien esta situación. Asimismo parecen exigir de los profesores de religión su capacidad para el ministerio sagrado, como decir misa o confesar «por si los alumnos lo solicitan».Curioso es que mientras varios obispados europeos y americanos quieren incorporar a la enseñanza a estos sacerdotes secularizados, surja, en un centro universitario, esta represión.
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