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Nixon no convenció a los norteamericanos

El ex presidente Nixon intentó ayer convencer a los norteamericanos de que su implicación en el escándalo Watergate, que acabaría costándole la presidencia, fue debida exclusivamente a su buen corazón. Nixon reconoció, durante una entrevista de noventa minutos transmitida la noche del miércoles por 175 emisoras de televisión, que «no había dicho la verdad» en varias ocasiones durante la investigación del escándalo, pero negó que hubiera cometido alguna acción criminal.

Mil días después de que dimitiera de su cargo, Richard Nixon, envejercido y nervioso, habló por primera vez del caso Watergate, sin hacer ninguna revelación especial y trató de justificar su comportamiento diciendo que cometió «errores, pere no de pensamiento, sino del corazón», a la vez que admitía que «mi vida política ha terminado» y calificaba su dimisión de la presidencia como «la aplicación de un autoimpeachment».En el primero de una serie de cuatro programas televisados por lo que cobrará aproximadamente un millón de dólares, Nixon reconoció lo impropio de su conducta en el escándalo que se iniciara hace ahora cinco años, con el allanamiento de la sede del Partido Demócrata en el hotel Watergale, de Washington, pero dijo que «técnicamente no cometió ningún acto ilegal».

Bob Woodward, uno de los reporteros del Washington Post, que contribuyó a la revelación del asunto, afirmaba ayer en la primera página de su periódico que Nixon vertió muy poca luz sobre el tema y se preguntaba por qué no explicó el ex presidente quién borró los dieciocho minutos que faltan en una de las cintas de la Casa Blanca donde se recogía una conversación entre Nixon y el jefe del staff de la Casa Blanca, H. R. Haldemann, tres días después de las detenciones de los fontaneros que penetraron en el cuartel general demócrata del hotel Watergate.

Por cierto que, de creer a uno de estos «fontaneros», Frank Sturgis, el presidente Nixon tuvo suerte, después de todo, porque pudo vivir para contarlo. En una entrevista transmitida por una radio de Dallas, Sturgis acusó a la Agencia Central de Espionaje norteamericana (CIA) de haber conspirado contra Nixon y preparado todo el escándalo Watergate para sacarle de la Casa Blanca. Sturgis dijo que garganta profunda, la fuente principal que proporcionó informaciones al Washington Post, es un hombre vinculado ala CIA a través de una empresa de relaciones públicas, propiedad de Howard Hughes, el millonario recientemen e fallecido.

Los motivos que habría tenido la CIA para deshacerse de Nixon serían lo excesivamente influenciable que les parecía el presidente en asuntos de política exterior y el interés que había demostrado en conocer detalles sobre el asesinato de John Kennedy. Preguntado si la vida de Nixon había corrido peligro a causa de esto, Sturgis respondió: «Sí, por supuesto.»

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