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La derecha francesa acentúa su presión sobre Giscard

El sistema nervioso de la política francesa continúa deteriorándose por la sorda lucha hegemónica entablada entre neogaullistas (RPR) y lo que queda de la ex mayoría presidencial. A las acusaciones del lunes por la noche del delegado político del RPR, en el sentido de que Giscard practicaba una política de «bella durmiente del bosque», se unió ayer Michel Debrai quien volvió al ataque después de su pasada intervención parlamentaria, en su llamada carta mensual, invitando al presidente a constituirse en un «jefe de combate» o, en caso contrario, relegarse a un segundo plano para «dejar a un Gobierno de combate las manos libres para que recupere la iniciativa».

Por su parte, en una tercera advertencia en menos de veinticuatro horas, Pierre Charp aconseja al presidente de la República desde La Lettre de la Nation, órgano del RPR, que deje de «dar lecciones de gaullismo a los gaullistas». Jaeques Chirac permanece silencioso, utilizando una táctica muy bien aprendida de su ex jefe Giscard, cuando dejaba a su fiel Poniatowsky el cuidado de revelar los secretos de su pensamiento, mientras se reservaba el momento oportuno para intervenir.Mientras tanto, los representantes de las dos centrales más importantes de Francia (CGT y CFDT) se han reunido para planear una gran jornada de lucha para finales de mayo con el acuerdo de los profesores de toda Francia agrupados en la FEN (Federación Nacional de Educadores) y, muy probablemente, del sindicato FO (Fuerza Obrera, de tendencia centro-derechista).

El terreno parece preparado, pues, para una reunión a «cuatro», y así se desprende de la declaración de Georges Seguy secretario general de la CGT: «Nosotros veríamos en la participación de FO en la concertación intersindical una prueba de buena voluntad en circunstancias en las que el interés de los trabajadores debe de relegar a segundo plano consideraciones subalternas ligadas a un pasado ya superado. Hoy, más que nunca, el sindicalismo, para ser eficaz, debe er unitario.» Esto, unido a la manifiesta satisfacción de Bergeron, líder de Fuerza Obrera, que había sido propuesto para la expulsión del Partido Socialista el pasado año, tras su reciente entrevista con Francois Mitterrand, hace augurar una unidad de la mayoría de los franceses agrupada para defender sus intereses materiales, cara al progresivo deterioro político del sector en el poder.

Maurice Duverger comenta precisamente en un artículo de primera página en Le Monde el cruel dilema en el que se encuentra Valery Giscard d'Estaing. Si la izquierda gana en 1978, se verá reducido al papel de árbitro, que corresponde a sus prerrogativas constitucionales: ya sin el poder legislativo ni el gubernamental, con la única espada de Damocles de la disolución de la Asamblea. Si gana la derecha, el RPR tendrá un lugar preponderante, que colocará leyes y Gobierno a su merced. «Ceder a Mitterrand o a Chirac, cruel dilema para, Giscard», es la conclusión del profesor Duverger.

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