Los legitimistas
En el paisaje confuso, variado y predemocrático de la España actual ya se perfilan y prefiguran las imágenes de los legitimistas o neolegitimistas, los legitimistas de lo nuevo que ha de venir, y son los que, sin descender al polvo del arroyo, sin experimentar eso que el poeta llamó «la nostalgia del lodo» -en este caso del lodo democrático-, quieren salir nombrados lo que sea por designación real.Toda democracia genera tam bién sus aristocracias, e incluso se llegó a hablar, en tiempos, de «las marquesas de la República», que eran marquesas de cintura para arriba y republicanas de cintura para abajo. Claro que José Antonio Primo de Rivera, poco antes, había propuesto a los españoles que fuesen mitad monjes, mitad soldados, sin especificar tampoco si la división debía hacerse horizontal o verticalmente. Pero a lo que te iba. Que ya están ahí, vueltos del Valle de los Caídos, como ésos que Vuelven rezagados de los entierros, los legitimistas de la cosa, los que no quieren descender a la arena del circo para que se los coman los leones del Congreso, sino que confian en la designación real. Es lo menos, ellos que toda la vida han ido al hipódromo vestidos de alfonsinos, con la flor castiza y monárquica enel ojal del príncipe de Gales.
El otro día, en la boda de Palomito Linares, estaba Dewi Sukarno, que dicen los lenguaraces que se alquila para dar decoro a las fiestas que no lo tienen, cosa que niego violentamente. Otro tanto se dice de los de Mónaco, y yo lo niego asimismo, porque no lo creo y, sobre todo, porque un día acabarán diciéndolo de mí: que me alquilo para dar esnobismo a los mítines de Camuñas, cuando la verdad es que Camuñas, si quiere, puede resultar mucho más snob que yo, aunque más bajito.
El conde de Lavern -chaquetón de lobo de mar monárquico y pies descalzos de aristócrata- es una cosa que se perece por los legitimistas, por los futuros senadores, diputados o lo que fuere de designación real:
-Esos van a ser los monárquicos café-café, los legitimistas de la Monarquía, ya ves.
Lo siento por el conde y por los legitimistas, pero me parece que ahí también va a haber sorpresas y que en La Zarzuela, como en el catecismo, van a ser muchos más los llamados que los elegidos. Dicen que el Rey lo dijo el otro día:
-No hay un libro donde se diga lo que tiene que hacer un rey.
Ni falta que le hace, al paso que va. Pero la frase revela, por otro lado, que don Juan Carlos ha debido donar, a la Feria del Libro de Ocasión, que ahora se anuncia en Madrid, las Cartas al Príncipe y las Cartas al Rey de Emilio Romero. Emilio Romero lo dijo el otro día:
-En política, siempre he preferido las áreas dialécticas a las administrativas.
A lo mejor es otro que se siente y presiente baranda de designación real. Pero, en general, los legitimistas de ahora mismo, los que se sospechan, quieren y adivinan elegidos por el dedo sereno del Rey, como antes por el dedo militar de Franco, son mucho menos inteligentes que Romero y ya se lo han explicado a su santa esposa:
-Mujer, esto de los comicios no es cosa nuestra. Plebe y caciquismo en que no debemos mezclarnos. Nosotros vamos por designación real.
Y la santa esposa, que ya se ve de camarista, ha sacado los alfilerones isabelinos de la consola para hacerse un moño borbónico. Pero el único legitimista que yo veo claro es Areilza, que no usa moño. Los legitimistas del franquismo, reciclados de monárquicos, ya que tienen a la señora compuesta y con moño, que se la lleven a los toros, porque me ha dicho don Victorino que este San Isidro los victorinos vienen con todo el poder. Esos sí que son unos legitimistas a su manera.
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