La CEE, Asuntos Exteriores y los intereses españoles
El Consejo de Ministros del viernes acordó rechazar el mandato negociador aprobado por la Comunidad Económica Europea dado que éste no constituye una base suficiente para la conclusión de un acuerdo. Diez días antes, el subdirector general de Organismos de Integración de Europa del Ministerio de Asuntos Exteriores, Gabriel Ferrán, reunía a los informadores para calificar el mandato como «fórmula de compromiso entre las dos tesis enfrentadas en el seno de la Comunidad, aunque útil como base negociadora».En el plazo de semana y media, el Gobierno español -mejor dicho, el Ministerio de Asuntos Exteriores- ha cambiado radicalmente su postura y ha dejado, una vez más, al descubierto un enfrentamiento de posturas entre el Departamento de Marcelino Oreja y los Ministerios económicos encabezados por el de José Lladó.
El enfrentamiento entre dos sectores del Gobierno ante los temas del Mercado Común no es nuevo sino que data de los primeros escarceos en las negociaciones entre ambas partes. El Ministerio de Asuntos Exteriores siempre ha buscado la baza política que supondría el ingreso rápido de nuestro país en el seno de la Comunidád Europea el resto de los Ministerios económicos -especialmente los de Comercio y Agricultura han debido actuar de contrapeso y velar, en la medida que esto es posible, por los muchos intereses de los diferentes sectores económicos que España se juega en este envite.
Sólo así se explica este rápido giro adoptado por el ministro de Asuntos Exteriores, ya que fue él, según la ampliación del Consejo de Ministros, el que aconsejó que al iniciarse las negociaciones la delegacion espanola presentara las oportunas contrapropuestas.
Todo parece indicar que el Gobierno está más dispuesto a valorar los intereses comerciales y agrícolas de España frente a la CEE que el tanto político que supondría para la Comunidad y para nuestro país la agilización de un nuevo acuerdo entre ambas partes. La falta de garantías de obtener las concesiones agrícolas con Gran Bretaña en el segundo semestre, el radicalismo italiano y la intranisigencia de los agricultores franceses, parecen haber sido suficientes argumentos para no aceptar el nuevo mandato negociador aprobado por la CEE.
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