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Ultima etapa de la temporada

Nuestra temporada teatral ha entrado en su etapa final. La primera se corrió coincidiendo con el otoño. La segunda se ajustó al invierno. La actual se estirará hasta los calores. Este fraccionamiento es casi un rito o una superstición a pesar de la dilución de la vieja resonancia teatral del desaparecido Sábado de gloria.Lo que ahora se puede decir -a reserva de los estrenos que faltan- es que las jornadas ya recorridas parecen señalar una cierta espectacularización de nuestra vida teatral. Es decir: los géneros son los mismos, más o menos, pero su corporeización ha marcado un predominio neto de algunos valores espectaculares. La politización, el reverdecimiento erótico y la presencia de los grupos independientes con sus montajes libres son, igualmente, elementos definitorios.

Está, por otro lado, la revisión -Valle, Lorca, Alberti-, la reafirrnación de valores -Buero, Salom-, el paso libre a los marginados: Martín Recuerda, Lauro Olmo, Arrabal; datos de una cierta mala conciencia que trata de blanquearse con prisa y remordimiento. La sociedad española, pues, anda en busca de su identidad y el teatro la secunda. El inquieto talante de nuestras vidas busca en el teatro las clarificaciones que necesita. Este es un año importante en la historia de España. También tiene que serlo, también debe serlo, en nuestro teatro. Es absolutamente cierto que una sociedad tiene el teatro que le corresponde. No puede ser de otra manera.

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