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La prima, en caso de victoria, aumentada a un cuarto de millón

Esta tarde, a partir de las 4.30, España iniciará su segundo asalto dentro del grupo VIII de clasificación para el próximo Mundial de Argentina. Definitivamente jugará el once anunciado desde hace días. La selección efectuó ayer a las diez de la mañana un leve entrenamiento sobre el magnífico césped del elegido campo del Steaua. Como de los seis suplentes sólo cinco podrán sentarse en el banquillo, uno verá el partido vestido. Muy posiblemente, Lanchas o Satrústegui. Kubala, tan sentimental él, no dirá quién es hasta poco antes del encuentro. La prima por ganar a los rumanos, que tratarán de vencer a su vez por el doble motivo deportivo y de alegría tras la tragedia del terremoto, será de 250.000 pesetas, 75.000 más que la establecida oficialmente.

La jornada de ayer empezó temprano para la selección española, que pronto realizó una ligera sesión de entrenamiento en el campo del Steaua, donde, por cierto, sí hay vallas. Lo interesante de ella fue la obligatoriedad de jugar a un solo toque, que naturalmente a Juanito no le sentó nada bien, pero que debería ser una premisa fundamental para el buen fútbol y más aún en esta ocasión. Juanito, por cierto, cuya educación quedó por los suelos a la llegada de la selección al aeropuerto de Otopeni, pues ayer, en la redacción de Sportul, el periódico deportivo rumano, se nos confirmó que hubo de retocarse la foto del grupo español en primera página, porque el extremo hizo un gesto lamentable, descalificador y grosero en ese momento, algo para no repetir ni olvidar por quien corresponda, como tampoco deberá olvidar la selección española la posible dureza de Rumania y el absurdo que supondría retener balones más de lo debido, provocando así las entradas rivales. El árbitro, que será el escocés Gordon, nunca se sabe si cortará con presteza el posible juego duro o confundirá la virilidad con marrullería. En cualquier caso, parece ingenuo esperar decisiones favorables siempre y, especialmente, en casos tan concretos como éste.

El partido contra Rumania de hoy, quinto del historial, no es que sea decisivo para España, pero sí importante para no desaprovecharlo. Aunque la selección de Kubala llegue al compromiso prendida con alfileres, como quedó claro tras los raquíticos partidos ¿le Irlanda y Hungría, también es cierto que la de Kovacs (Covaci, como se dice aquí rumanizando su apellido de origen húngaro) aún está en rodaje, con su renovación casi más de ideas que de hombres. El propio seleccionador rumano reconoció en una rueda de prensa celebrada a mediodía de ayer en el hotel donde están los federativos y jugadores españoles, que tiene grandes problemas para que los entrenadores nacionales y muchos jugadores acepten sus ideas. Naturalmente, los que juegan ahora con él han pasado por el aro.

Kovacs comentó que él estuvo con Rumania en el Mundial de México y que de aquel equipo sólo quedan Dumitru y él. El fútbol ha cambiado, y del patrón posicional, lento de construcción, se ha pasado al más moderno y rápido de hoy, con continuos cambios de posición. El fútbol anterior aún deja rescoldos a nivel de club en Rumania con el Dinamo de Dinu; el actual está representado, en cambio, a la perfección en el Steaua, base del

equipo nacional, que presentará hoy a Same, Vigu, Dumitru, Iordanescu y Zanfir. Aún habría dos hombres más, el lesionado guardameta Iordache, sustituido por Cristian, del Arges Pitesti donde aún es Dobrin el mejor, y el extremo derecho Troi, al que el astuto y recalificado Crisan (que quería dejar el año pasado a toda costa su club, la Universidad de Craiova) le ha quitado el puesto por cualidades exclusivamente individuales. Del Dínamo sólo quedan Cheran y Satmareanu, amén del delantero centro Georgescu. El hombre restante será el centrocampista Boloni (preferido, al parecer, a Balaci) de la Armata Tirgu Mures.Lo curioso del caso es que la «renovación Kovacs» sólo ha metido en ' el equipo nacional como hombres totalmente nuevos, en comparación con el equipo del año 75 que jugó la eliminatoria del Campeonato de Europa contra España, a Cristian, Sames, Vigu y Balaci. Con los demás titulares, de ahora ya contaba el anterior seleccionador Stanescu, que entrena ahora a un equipo de Segunda División. Lo que ha variado realmente es el esquema de juego Kovacs, pese a tener problemas de aceptación, cuenta con el mando absoluto sobre los entrenadores de clubs, que deben acatar sus consejos.

Por eso las palabras de Pablo Porta, también presente en la conferencia de prensa, sonaron al final como un cántico a lo imposible. «La selección española necesita por lo menos ocho partidos de preparación por temporada. Aunque el calendario está sobre cargado hay que hacer algo, lo que sea, porque primero que los clubs debe ser el equipo nacional.» Desde Londres, 1966, España está ausente del Mundial y aún no está claro que vuelva al cabo de doce años. Y todo ello contando con que el propio Kovacs teme que España sea favorecida de alguna forma en este grupo de clasificación, porque sería siempre más rentable su presencia en Argentina. Lo desmintió ayer, pero quizás con la boca pequeña. A fin de cuentas, reconoció que el partido es decisivo para Rumania... si gana España.

Donde la victoria española es segura, hasta con el empate, es en el capítulo de primas. Serían 250.000 pesetas por el triunfo para cada jugador.

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