Luis Gordillo, por Luis Gordillo
Por estos días se celebra, en las salas de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural, una gran retrospectiva de Luis Gordillo, a quien en su día dedicó EL PAIS una doble página. Con él ha conversado Paloma Chamorro. He aquí un fragmento de la entrevista.
Entonces todo era informalismo. Lo que más me interesaba de él era la importancia dada a lo que brota de lo más hondo. Pero cuando algo brota espontáneamente no es fácil analizar y menos aún controlar. Además, hay ocasiones en que todo brota y otras en que no se puede hacer nada; uno está sujeto a momentos personales. Luego vino el pop y más tarde la geometría. Y se me quedó corta por necesidades expresivas. Crisis y dos años sin pintar. Empecé a hacer dibujos con una espontaneidad total. Fue como una vuelta al informalismo, pero ya con influencias pop y geométricas. Mi estilo personal era, a la postre, esa especie de pasta que se había ido formando.Con lo que hemos llamado mi «inmoralismo» se sigue un poco la misma trayectoria. En el mismo recorrido he pasado por muchas tentaciones éticas, de las que me he ido despojando: la religión -tan costosa de vencer como para la mayoría de los españoles-, el realismo social -didáctico, obligatorio y «culpable»-, la geometría -con sus vuelos de objetividad, una ética más- Y después la ética del vanguardismo, de la que todavía no me he librado del todo.
Para mí personalmente,la pintura ha contado sobre todo como proceso, y en mi caso concreto ese proceso tiene un carácter fuertemente autobiográfico. He pasado por estados psicológico! muy penosos -no estoy hablando de locura, pero sí de estados depresivos muy importantes, de una pasividad realmente patológica: yo no era dueño de mi propia vida- y la pintura me ha servido casi como método clínico de superación. Hubo momentos en que pasaba a través de mí como un fluido que yo no era capaz de detener ni de coagular. En ese sentido es en el que yo no podía catalizar, y menos aún ocuparme de un «estilo».
Esto tiene que ver con mi escepticismo con respecto al discurso consciente. Mi intento de tomar contacto con lo fundamental me lleva a no operar sobre lo que manifiesto y me impide la formulación voluntaria de un estilo. Es el tema del contenido manifiesto y del contenido latente... Y soy, repito, escéptico con el contenido manifiesto. En las capas más ocultas es donde residen los sentidos más fundamentales.
La línea que subyace al discurso consciente o manifiesto la marca, o mejor, la revela la propia obra a posteriori. Hay artistas que consideran que la teoría está primero...Bueno, al negarlo ya hago teoría, pero quiero decir que hay quien insiste mucho más en la teoría a priori, ya sabes. Yo pienso más en la obra como síntoma.
Por supuesto que al considerarla obra como síntoma del discurso fundamental la teoría tiene que ser forzosamente a posteriori Puedo ejemplificarlo. Pienso que el análisis de esos síntomas en tanto que tales puede llevar a un mejor conocimiento, de lo real. Hay un trabajo mio del 67, «Los Tricuatropatas», que yo estimaba entonces dentro de una serie pop muy urbana. Consideraba que poseía una carga social muy importante. Sin embargo, en un análisis más reciente del «Tricuatropatas» -que tiene cuatro patas para dar una impresión de movimiento, o un sentido peatonal, urbano-, me he fijado más en que tiene dos adláteres como menores con los que forma una tripleta, un trío. Finalmenle he comprendido que su carga urbana -ergo social- era nula. Lo que predomina es el contenido de triada, de trinidad. Cuando yo creía hacer algo pop, algo social, estaba embarcado en realidad en una obra casi metafísica.
Creo que esta relación entre lo espontáneo y lo reflexivo se da de alguna manera en todo en mi obra. Por ejemplo, entre esos dibujos que yo hago totalmente espontáneos, esos seres que me aparecen en la punta del lápiz, y la forma en que luego yo convierto eso en pintura haciendo intervenir el color de una manera ya mucho más consciente. Y quizá también hasta en ese proceso por el que primero empiezo por una parte subjetiva -dibujo o pintura- y luego objetivizo con la cámara fotográfica. '
Siempre hay un primer proceso espontáneo y un segundo lúcido. Ya ves, es una contradicción básica que hay en mi obra. Por un lado, una faceta muy subjetiva, y por otro un proceso totalmente medido, frío. Y que puede durar meses, quizás años.
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