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Esperanzadoras actuaciones de la última promoción de novilleros

La empresa de las Ventas dará novilladas, ininterrumpidamente, todos los días festivos (a excepción del domingo próximo), hasta que empiece la feria de San Isidro. Es un buen proyecto, muy beneficioso para la fiesta, porque este tipo de festejos es actualmente de absoluta necesidad para la renovación del escalafón taurino y puede componer una parte de la temporada de verdadero interés.Las actuaciones de los novilleros que hemos podido ver hasta son muy esperanzadoras. Todos tienen condiciones para ejecutar un toreo importante. Si no todos lo hicieron hasta ahora, presumimos que se debe a que les falta escuela. De las calidades comprobadas de un Sánchez Puerto a las vulgares manera de un Lázaro Carmona, ponemos por ejemplo, media un gran trecho, es evidente, pero ambos cuentan con esa base de valor consciente -quizá más en éste que en aquél, incluso- imprescindible para ejercer el muy duro oficio de torero.

A Lázaro Carmona no le salía el toreo -y así lo subrayamos en las críticas correspondientes por su concepción equivocada del mismo: colocado de perfil, la pierna contraria atrás; agachado practicaba el antitoreo, que se disimula y hasta puede parecer bueno cuando se dan pases al carretón, pero que es deslucido y peligroso si se practica con una res vivaz, como eran los novillos con, los que se tuvo que medir.

Y, pese a todo, se le veía crecerse, enrabietarse; no le fallaba el corazón, sino que, antes al contrario, quería pulir las suertes, mejorar en cada pase. Imaginamos su desazón al comprobar que su labor no prendía en los tendidos, que su muleta no dominaba al toro. Puede haber aquí torero.

Quizá sólo falta que alguien, con el necesario ascendiente y conocimiento de lo que es la lidia, le muestre la técnica de cargar la suerte y le haga olvidar modelos trasnochados.

A Sánchez Puerto le faltó decisión para enfadarse con un torazo de respeto y darle la distancia que su embestida requería, y vista para ajustar otra faena a los muletazos precisos, lo que le habría supuesto mejores resultados que buscarle pases imposibles a un novillo gazapón y con el instinto de la cornada. Pero esa falta de decisión no es suficiente para descalificarle, porque también aquí hay torero, puesto que hubo toreo en esos ayudados a dos manos, en esas dobladas, en esos pases de pecho y molinetes, en el temple de los derechazos y naturales con la suerte cargada, que ha sabido ejecutar en el transcurso de las tres actuaciones que lleva en las Ventas.

Como hay torero en un Luis Miguel Ruiz, que llegó a doblar a un toro cor. enjundia de artista consumado y luego entrar a matar a ley, a pesar de que el novillo tenía todas las ventajas, y, en tantos novilleros que han pasado por los ruedos de Madrid desde que empezó la temporada.

Más atención a los novilleros supondrá dar el valor real a sus méritos, y con ello renovar la torería hacia unos niveles de mayor calidad. La empresa de Madrid ya ha respc,ndido. Ahora debe responder el público: bastará con que considere que, en las novilladas, toda la lidia tiene la misma importancia, y con frecuencia mayor importaricia, que en muchas corridas de toros con figuras.

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