"La lucha continuará hasta la liberación de todos los presos políticos"
José María Dorronsoro Ceberio, 34 años, ha pasado más de ocho en prisión y en la actualidad se encuentra en la cárcel de Córdoba a la espera de la amnistía. Natural de Ataún (Guipúzcoa), soltero, fue detenido junto a su hermana, Jone, en 1969, y ambos juzgados y condenados en el consejo de guerra de Burgos de ese año. Jone fue condenada a cincuenta años (cumple la pena en Alcalá de Henares) y sobre José María recayó la pena de muerte, luego conmutada. Perteneciente en un principio a ETA, abandonó esta organización estando en la cárcel. Desde el penal de Córdoba contestó a un cuestionario que le hizo llegar nuestro corresponsal en dicha ciudad, M. F. González.
EL PAÍS. Cuando prácticamente se comunicaba su libertad en función de la amnistía sobre la causa 188/69 del Tribunal de Orden Público, es retenido por otras responsabilidades. ¿Qué ha supuesto esta nueva «dificultad»?J. María Dorronsoro. Las aplicaciones de la amnistía no han ido acompañadas de excarcelaciones salvo en los casos de los condenados sólo por el Tribunal de Orden Público. (Después de realizar esta entrevista se han producido varias excarcelaciones). Al resto nos han dejado igual que antes. En mi caso, con veinte años y la pena de muerte conmutada. En esta prisión están en la misma situación Izco, Onaindia, Uriarte y Blanco Chivite, que fueron amnistiados de una pena de muerte, pero continúan con otra pena de muerte conmutada y unas condenas que suman varios siglos de cárcel. También Iñaki Orbeta, Yarza, Echenique, Sánchez Juliá, Ramón Llorca y Patxi Arana, que les han amnistiado unas causas, pero han quedado retenidos por otras.
EL PAÍS. Nos gustaría conocer en síntesis el ambiente que viven actualmente los presos vascos. Por otra parte, se ha hecho saber oficiosamente que antes del Aberri Eguna no quedaría ningún preso político vasco en las cárceles. ¿Le otorgais fiabilidad a tal «promesa»?
J.M.D. El ambiente es de indignación. Esta no es la amnistía total por la que han luchado los pueblos del Estado español y especialmente Euzkadi. Tengo plena seguridad de que la lucha continuará hasta conseguir la libertad de todos los presos políticos, el libre regreso de todos los exiliados y la desaparición de las leyes represivas todavía vigentes. Tal como va desarrollándose el proceso de las excarcelaciones, eso de que para el día del Aberri Eguna no quedará ningún preso político vasco en las cárceles no se lo cree nadie. En cuanto a los condenados a muerte, su suerte depende del capricho del Gobierno, pero confío en que no será para mucho tiempo.
EL PAÍS. Desde su detención, acaecida en 1968, ha debido producirse en usted todo un proceso de meditación, replanteamientos y maduración. ¿Lo podría resumir?
J.M.D. Efectivamente, en estos ocho años y pico de cárcel, ha habido un cambio, pienso que radical, producido por la reflexión de mi drástica política anterior y del desarrollo de la lucha de clases durante los años de mi estancia en la cárcel, así como por el estudio de la teoría marxista-leninista. Esto me ha llevado primero a replantear y luego a romper con mis posiciones político-ideológicas anteriores y, más concretamente, con la ideología nacionalista y los planteamientos de ETA, y como consecuencia a dejar de militar en esta organización.
EL PAÍS. La nueva situación política en general, y la del País Vasco, en particular,- ¿requiere nuevos planteamientos?
J.M.D. Las movilizaciones de masas, las huelgas generales -muchas de ellas políticas- etcétera, que han -venido desarrollándose en Euzkadi de modo constante desde 1974 demuestran claramente que el protagonismo político ha residido en las capas populares y, sobre todo, en- la clase obrera, y que fundamentalmente la forma que ha revestido la lucha política en los últimos años, ha sido de lucha de masas. Si ha sido así hasta ahora, con mayor razón hoy, cuando con su lucha los trabajadores están imponiendo su propia legalidad y sus propias organizaciones.
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