El Atlántico, prioridad del pensamiento naval
La Marina de Guerra Española se ve a sí misma como uno de los vehículos mejor dotados para llevar España hacia Europa. «Si alguna vez entramos en una alianza defensiva europea, será a través de nuestro papel en el Atlántico», confió una vez a este cronista una alta personalidad de la Marina. El pensamiento español está enteramente dedicado ahora a contemplar el Océano Atlántico como su área vocacional preferente. Ese pensamiento no sólo se reviste de refinados instrumentos de análisis estratégico, sino que destila algunas gotas de inclinación transoceánica.La visión de la Marina sobre la ,importancia de su papel encuentra amplia confirmación internacional: son numerosos los analistas militares que lo atestiguan en otros países. En la sede de la OTAN y en centros de estudio independientes se considera que la contribución de la Marina a una alianza sería la baza fuerte española. El pensamiento naval español, sin embargo, no se ajusta por entero, como con patrón, a los requerimientos hasta ahora conocidos de la alianza. Y aunque se da por descontada la vocación aliancista de la Marina, no dejan del observarse reservas cualificadas en su postura.
Hasta recientemente, el pensamiento naval español estaba embargado por la necesidad de atender mínimamente cuatro zonas tácticas integradas: el mar balear, el estrecho, el Cantábrico y las avenidas de las Canarias. Las nuevas apreciaciones político estratégicas han refrescado ese pensamiento. Son éstas: la aparición de la flota oceánica soviética, las perspectivas de una alianza entre las opciones que se ofrecen a España, y el comienzo del deshielo de las inversiones militares merced a la ley de 1971 para la modernización de las fuerzas armadas. Para la Marina, España es un archipiélago desplegado en la encrucijada atlántico-mediterránea y euro-africana, y constituye la avanzada más meridional de Europa, para hacer frente al intento de «envolmimiento estratégico del continente africano por el sur del Cabo de Buena Esperanza, siguiendo la trayectoria de las derrotas del petróleo que fluyen hacia Europa.
El eje estratégico de la Marina descansa ahora sobre las Canarias, que es «zona de conjunción de la derrota petrolera del mundo libre y hacia las rutas de comunicación marítima con Iberoamérica». Es llamativa esta doble alusión al «mundo libre» y a Iberoamérica, y sobre esta última volveremos. En cuanto al «mundo libre», los esfuerzos de la Marina se ciñen hoy a «potenciar la situación que se aporta», en frase del ministro, mediante la construcción de la base naval de Gando, en la isla de Gran Canaria, y la creación de un «grupo de combate» en tomo al portaaeronaves por el que no cesa de luchar la Marina. Ahora bien, aportar no quiere decir necesariamente, tal como piensa la Marina, transferir la fuerza naval y sus apoyos logísticos a mandos integrados.
La Marina desea negociar alto los «roles» que le correspondan dentro de una eventual alianza. El principio de especialización de la flota (esto es, capacitación para un tipo "particular de combate: antisubmarino, guerra de minas, anfibio, etcétera), aparece rechazado ab initio. La capacidad naval debe de ser polivalente. La alianza tampoco debería limitar la libertad de España de enfrentar conflictos que interesan a su soberanía.
Las Canarias no son sólo una pieza clave en la cambiante estrategia de Africa, que tanto interesa a Europa y a Occidente, sino un valor contante para el día en que los hispanoamericanos logren formar una suerte de comunidad. Esto puede sorprender, pero se halla connotado por actos que son más que gestos (el envío de las más modernas unidades al otro lado del océano, con motivo de las visitas de. los Reyes), y por la intensidad de los intercambios navales entre España y las marinas de otros países hispanoamericanos. La Marina proyecta ahora la realización de ejercicios conjuntos.
No cabe juzgar aquí si esas aspiraciones de toda índole han llegado a la medida justa. Sólo hay que decir que están servidas con talento y tenacidad excepcionales.
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