_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un buen tanto en política exterior

EL LUNES, España y México restablecieron relaciones diplomáticas. Ha sido una fecha feliz de nuestra diplomacia, de nuestro Gobierno y de nuestro pueblo. La oficialización de las relaciones entre los dos países no sólo equivale a un gesto entre cancillerías, o a un entendimiento entre Gobiernos. Es la consagración de unas relaciones cordiales entre mexicanos y españoles, preexistentes al acto protocolar de París, en que se encontraron los ministros de Asuntos Exteriores de España y México. Esas relaciones habían estado marcadas por confusos y mezclados sentimientos. Los mexicanos han contemplado lo español con una obstinada visión antihistórica, dividida entre el amor y, el odio. Los españoles han contemplado lo mexicano con una visión provisional, signada por lo folklorista.Ni a un lado ni a otro se han visto las cosas como eran. Entre pueblos hermanados sobra la visión en perspectiva, falta el acercamiento. El ejemplo de una visión correcta a partir de la proximidad nos lo da la espléndida aventura de los exiliados españoles en México. Ellos han sido la ocasión y el motivo para un superior entendimiento entré los dos pueblos, porque fueron el catalizador de una intensa corriente de inteligencia y generosidad. n esta hora especialmente alegre debe brindarse por el éxito alcanzado en el mestizaje cultural entre españoles y mexicanos, generado por el exilio. Ha sido una espléndida contribución de México a la idea de lo hispánico. El restablecimiento de relaciones debería ser seguido por el debido homenaje a aquellos españoles y al México desinteresado que los acogió. Es una deuda de gratitud, que España debe saldar y que el Gobierno y más altas instancias deben asumir.

Queda comentar el éxito diplomático. La operación se ha llevado a cabo en el preciso momento en que sólo podía causar un mínimo de dolor; se ha llevado a cabo con tacto por España y con emotividad hacia los republicanos españoles, por parte de México. El reconocimiento es, además, otro paso en el rápido proceso de normalización internacional de España, al que el ministro español ha venido asistiendo desde el primer momento en que aquélla fue posible, esto es, desde que se formó el primer Gobierno de la Monarquía. Primero como subsecretario, y luego como titular de la cartera. Marcelino Oreja ha sido y luego como excepcional testigo y actor de la legitimación internacional de la España posfranquista. El repetidísimo apotegma de Beanmarchais -sin crítica no hay elogio verdadero- viene hoy de nuevo al caso. Es preciso elogiar el realismo y la tenacidad de la diplomacia española, expertamente conducida por el ministro señor Oreja.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_