Principio de acuerdo en el conflicto British Leyland
La resolución, en principio, de la crisis laboral planteada en la empresa British Leyland representó anoche un respiro de consideración para el Gobierno laborista, puesto que el conflicto no sólo afectaba las relaciones de la Administración con un sector importante de trabajadores de la compañía nacionalizada, sino también porque estaba agitando una zona en la que a finales de este mes se celebrará una elección para cubrir un escaño parlamentario vacante.
La solución del grave problema laboral, que durante las cuatro últimas semanas paralizó la compañía, se produjo cuando la dirección de la British Leyland aceptó algunas de las condiciones propuestas por los encargados de herramientas de la factoría.Ante el ultimatum conjunto de la empresa, el Gobierno y la Confederación de Sindicatos de Mecánicos, Siderúrgicos y de Construcción Naval, en el que se amenazaba a los 3.000 huelguistas con el despido sin posibilidad de reclamación si no regresaban al trabajo el próximo lunes, los líderes de los huelguistas pusieron como condición que se retirara la amenaza de despido, se aceptara la reanudación de negociaciones y se admitiesen representantes de los encargados de herramientas de la fábrica en las negociaciones generales de los sindicatos y la Leyland. En un comunicado hecho público en las últimas horas de ayer, la dirección de la compañía anunció que no plantearía la cuestión del despido.
Evidentemente, tanto la nueva actitud de la dirección de British Leyland como la de los trabajadores se debe a una fuerte intervención del Gobierno, de cara a las elecciones que dentro de unos días tendrán lugar en Stecliford, el área de Birmingham que representaba en el Parlamento el ex miáistro laborista Roy Jenkins, actual presidente. de la Comisión Europea (órgano ejecutivo del Mercado Común). En Stecliford funcionan dos fábricas de la Leyland, en las que trabajan alrededor de 5.000 personas. En la zona residencia¡ de la localidad viven además muchos empleados de la empresa, más o menos implicados en la disputa. El Gobierno convocó ahí las elecciones para dos días después de la fecha prevista para la presentación del presupuesto, con lo cual, esperaba ganarse los votos de los obreros de la región. La huelga en la British Leyland estuvo a punto de malograr sus planes,A pesar del arreglo de ayer, conseguido después de que el Sindicato de Mecánicos prometiera a los «rebeldes» de la Leyland su apoyo para la revisión de las escalas salariales, el Gobierno británico parece decidido a revisar su intervención en la compañia, cuya producción ha disminuido en forma muy signi icativa durante los últimos tiempos. Una «revisión» del control estatal significará, sin duda, menos dinero para la Leyland, y en consecuencia menos empleos para toda la zona industrial de Birmingham, factor que podrá pesar mucho en los próximos comicios parciales y también en el prestigio del Partido Laborista en el resto del país; un partido que llegó al poder para «devolver el trabajo a los desempleados» y financiar a las industrias en estado crítico. Stecliford ha sido una «plaza fuerte » de los laboristas durante los últimos veintisiete años, precisamente los que Jenkins se mantuvo como diputado de la localidad. Las especiales características de esta huelga, y sobre todo la amenaza de despido esgrimida por los sindicatos laboristas -e indirectamente por el Gobierno- han perjudicado ya mucho al Gabinete Callaghan. El principio de solución logrado ayer puede no rendir los frutos esperados por el primer ministro, que al parecer hizo algunas gestiones personales para poner fin al conflicto. La huelga de un día declarada horas atrás por un grupo numeroso de. trabajadores de Rolls Royce en solidaridad con sus colegas de la Leyland, a los que ya había condenado su sindicato, muestra hasta que extremo la imagen laborista se ha deteriorado.En el paro participaron unos 40.000 trabajadores y las pérdidas sufridas por la compañía se cifran en cien millones de libras
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