_
_
_
_

El delta del Ebro, amenazado por las urbanizadoras

En varios países -entre ellos Inglaterra y Estados Unidos- se ha caído en la cuenta de la riqueza ecológica y cinegética que, constituyen las zonas húmedas continentales. Tanto es así, que se ha procedido ya en varios casos al reencharcamiento de zonas que se habían desecado. En España, en cambio, seguimos pensando en la desecación de lagunas, marismas y albuferas, todavía con la mentalidad mussoliniana del rescate de las zonas palúdicas, cuando el paludismo ya no existe. Los cazadores de patos valencianos saben muy bien conjugar su afición cinegética con un fomento de las condiciones naturales para el mantenimiento de esa riqueza de aves acuáticas. Las nuevas embestidas urbanísticas contra el delta del Ebro, las albuferas de Alcudia y Valencia o las marismas del Guadalquivir muestran que en España el proceso aún no ha iniciado la marcha atrás.

Con esta temática como fondo, se ha celebrado en el salón del Consejo Superior de Investigaciones Científicas una tertulia ecológica sobre las zonas húmedas y aves acuáticas en España, organizada por la Asociación de Estudios y Defensa de la Naturaleza (Aeden). El punto esencial lo constituyó una exposición de la problemática del delta del Ebro, lugar que está sufriendo al máximo la acometida de los proyectos de urbanización. Hace un año trascendieron diversos proyectos -alguno de los cuales parece ser respaldado por capital de los Emiratos Arabes- para la implantación de urbanizaciones gigantescas en los terrenos que el Ebro ha ido depositando dentro del mar. Este delta, de tipo clásico, es, junto con los del Danubio, Ródano y Guadalquivir, el cuarto de los deltas que quedan en Europa. Innumerables departamentos universitarios, asociaciones de ciudadanos y organismos científicos de toda Cataluña realizaron una campaña de salvamento del delta que fue calificada por Joaquín Araújo como la más intensa acción de defensa medioambiental que se haya realizado en España hasta el momento. Esta campaña estaba basada en la belleza paisajística del delta, así como en la riqueza de todo tipo de aves que anidan o se hospedan en él, durante sus migraciones, especialmente en la isla de Buda y en la península sur del delta, la de Los Alfaques, sitio elegido por la urbanizadora monstruo que pretendía implantar poblaciones cercanas a los 100.000 habitantes con todos los servicios que sirven de atractivo para esas urbanizaciones, incluido campo de golf y helipuerto. La campaña señaló también las incongruencias económicas y técnicas de tal proyecto; las económicas, ya que examinando el presupuesto se veía que era totalmente insuficiente. Esto no es de extrañar, puesto que, según la ley de 1918, el estado paga el 50% de los trabajos de desecación de zonas palustres, ofreciendo además el terreno al organizador privado. Incluir el proyecto de urbanización de Los Alfaques dentro del espíritu de una ley concebida con una perspectiva de saneamiento muestra la voluntad de muchos de los intereses privados, contrarios a la naturaleza, para pervertir los fines del Estado. Por otra parte el proyecto adolece de un desconocimiento técnico de la constitución del suelo de un delta, que por tener un nivel freático muy alto y ser de composición muy moderna requeriría una cimentación de pilones superior a los veinte metros, lo que dificulta extraordinariamente cualquier tipo de edificación.

La España húmeda

El panorama de la política española respecto a las zonas húmedas continentales muestra las aberraciones recientes cometidas. Eduardo de Juana, biólogo y miembro de la cátedra de Cordadol de la Universidad Complutense, hizo el recuento de las últimas zonas desecadas, entre las que señaló la laguna de Antela, en Orense, con gran riqueza de patos y ocasionalmente cisnes; el Mar de Campos, ejemplo de laguna esteparia, de cuarenta kilómetros cuadrados; la laguna de La Janda, desecada antes de haber ni siquiera sido explorada en su totalidad con respecto a su riqueza faunística, en la que desapareció para siempre la grulla ibérica, y la laguna de Duero, que daba nombre al pueblo cercano a Valladolid. Por otra parte, las famosas tablas de Daimiel se han podido salvar in extremis, pero habiendo perdido las partes, más importantes y ricas.Ante esta situación, una de las primeras decisiones sería que el Gobierno español ratificase los acuerdos de la IWRD, organismo internacional creado para la protección de las zonas húmedas y su fauna. En la lista de espacios confeccionada por el organismo internacional se catalogan como preferentes en España las tablas de Daimiel, la Albufera de Valencia y los deltas del Guadalquivir y el Ebro. Como zonas de segunda categoría, la Alcudia de Mallorca y las rías bajas gallegas. Sin embargo, hay una extensa lista de parajes que deben ser defendidos inmediatamente, entre los que se cuentan el Grao, en Menorca, los pequeños pero interesantes estuarios españoles, muy maltratados, entre los que destacan, la ría de Guernica, la de Santoña -hoy ya protegida- las rías bajas y en especial la zona de San Simón, en la de Arosa y cerca de La Toja. En el capítulo de las lagunas esteparias, hoy ya desaparecidas de Europa a excepción de España, hay que mantener el gran rosario de lagunas de este tipo a lo largo de toda nuestra geografía, y en especial la de Cantagalla, en las sierras de Teruel, bastante desconocida, y en la que se han llegado a censar 80.000 patos. De las lagunas de Tierra de Campos, aún son salvables las de Villafáfila y Villalpando, lugar donde aún quedan gansos campestres y una colonia importante de avutardas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_