Exiliado y español
He leído con sorpresa que mi estimado amigo, el profesor José Luis Abellán, velando por la seriedad informativa de EL PAIS, considera inexacto el título de mi artículo Espinosa, el primer filósofo español del exilio. El título de este artículo tenía un carácter simbólico, pues el contenido de mi trabajo intentaba demostrar la actualidad filosófica de Espinosa. La familia Espinosa fue obligada a emigrar por razones religiosas. El españolismo de Espinosa lo ha demostrado, fehacientemente el erudito Julio Caro Baroja en su obra Los judios en España. También el profesor Vidal Peña, uno de los mayores especialistas sobre la obra de Espinosa, prueba que nuestro filósofo era español, no sólo por su ambiente familiar, sus lecturas y su defensa en castellano ante la comunidad judía, sino también por su pensamiento, que es consecuencia de la heterodoxia judaico española. Los viajeros que visitaban Holanda, referían las tertulias de españoles a las que asistía Espinosa, y a las que también acudía Juan de Prado. Eran todos «españoles exilados por judaizantes», dice el profesor Vidal. No es, pues, Espinosa un extranjero de origen español, como afirma el profesor Abellán. Si, anteriormente a él, algunos pensadores significativos se exilaron, no tienen la categoría filosófica universal de Espinosa, quien en un sentido científico estricto fue el primer filósofo español sistemático y constructivo. Me reitero: Espinosa es el primer filósofo español, digno de tal nombre, del exilio. A mayor abundamiento, a todos los sefarditas españoles nacidos en el extranjero les fue concedida la nacionalidad por la República y, de nuevo, durante el régimen de Franco.
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