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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Festival Forges

Hubo un tiempo en nuestra España próxima durante el cual los más famosos humoristas eran, por así decirlo, conservadores. Sus críticas, sus sátiras, por lo general, pocas veces iban más allá de ciertos límites impuestos por el público y la prensa diaria o las revistas en que colaboraban. Existía el, por así llamarlo también, humor político, más agudo y polémico, pero lejos de los cauces habituales y al que puso fin, por supuesto, partido por gala en dos, el principio de nuestra guerra. El humor continuó su curso en ambas zonas, convertido como el arte todo, en arma política, hasta volver a ser uno otra vez, hace bien poco, relativamente, cuando las actuales generaciones de periodistas y dibujantes comenzaron a mirar fuera de España, avizorando los nuevos tiempos que llegaban.La vieja fórmula del humor por el humor iba quedando atrás los jóvenes imponían velozmente no ya su forma de entender la vida sino su propio argot, mezcla especial de desgarro y germaníaque si a nivel particular aún les sirve para entenderse, a nivel general viene a diferenciarles más aún de los mayores, esos mayores que a su vez lo utilizan cuando quieren pasar por jóvenes.

El bengador gusticiero y su pastelera madre

Guión: Jaime de Armiñán, Ramón de Diego, Antonio Fraguas. Dirección: Antonio Fraguas. Música: Victor y Diego. Intérpretes: María Luisa San José, Fernando Delgado, José Luis Lifante, María Jesús Lampreave. José Félix Rotaeta.

Esta especie de internacional juvenil tuvo y tiene aún sus mitos y sus héroes nacidos ahora no tanto del cine, como antes, sino del mundo de la música, de la prensa e incluso de la misma política. Tal mito supone en España, Antonio Fraguas Forges o El Forges, por decirlo con ese artículo que precede a su nombre de batalla en el mundo de sus fans y que supone una aceptación de grupo, de compadres o amigos.

El mundo de Forges, en el que la crítica de la realidad española, sin llegar a tomar caracteres de acritud o virulencia, se expresa día tras día, es el que recoge su cine y, por ende, su segunda película. A medio camino entre el comic y la comedia del absurdo, entre lo irreal y lo grotesco, su estilo, intelectual a ratos y político siempre, logra conectar ampliamente con su público.

Es difícil saber en este caso si el autor crea el público o el público ha ido formando o transformando desde su iniciación a Forges. La verdad es que él ha dado forma a un país a su manera, a unos tipos, a un lenguaje especial que quizás, antes no se hablara así, que quizás ha ido naciendo poco a poco, entre castizo y multinacional, aceptado en gran medida por los jóvenes. De ello da fela rápida comprensión en el filme de una serie de claves que desde símbolos y niveles imprevistos aluden a la realidad actual, a una clara simpatía por los humildes, a desmitificación de gestos y actitudes, ante las cuales todo el humor tradicional viene a quedar donde siempre estuvo: en la tierra de nadie.

Como sucede con cierto tipo de música actual ante el hecho concreto toda consideración huelga, como toda justificación de acercamiento. O se está a favor o en contra, ya que se trata. de un caso de personalidad, valor bien en baja por cierto en nuestro cine desde los años ya bastante lejanos de su nacimiento.

Esa personalidad es precisamente lo que más llama la atención en la obra de Forges, por encima de sus dibujos o sus filmes, se esté o no de acuerdo con ellos.

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