Democracia municipal
Muy señor mío: Me dirijo a usted con motivo de un hecho ocurrido que me dejó lleno de estupor por la ínfima capacidad de algunas de las autoridades que, por desgracia, rigen el Municipio de nuestra capital. En el curso de esta denuncia no voy a mencionar nombres, para evitar las lógicas complicaciones, aunque creo que los protagonistas se reconocerán en seguida.Pues bien, los hechos son los siguientes:
Estaba un agente municipal femenino cumpliendo con las órdenes que había recibido de sus superiores, y que consistían en poner sanciones en los vehículos aparcados en doble fila en determinada calle, cuando la mala fortuna la hizo encontrarse con el vehículo de uno de nuestros respetables concejales, quien, al advertir la sanción, exigió se le quitara, no con demasiados modales, argumentando, claro está, su cargo, respondiéndole la agente que no había recibido órdenes en este sentido, y que, lamentándolo mucho, no se la podía anular.
La cosa no debió terminar ahí, pues al día siguiente, al entrar al servicio normal la agente, su suboficial la instó a que fuera al domicilio de dicho concejal a solicitar su perdón. Con gran disgusto, desilusión y no pocos temores, tuvo que marchar al domicilio de este caballero..., no queriéndola ni abrir la puerta. Ante esto, lo comunicó a su suboficial, quien insistió debía ir por la noche, después del servicio, o, si fuera necesario, al día siguiente.
Hasta aquí los hechos, la opinión queda a cada cual. Sólo me queda rogar a Dios que la democracia, que tanto nos está costando, sea algo más que todo esto.
Le ruega sea publicada esta carta un ciudadano que espera la pronta depuración de nuestro Municipio.
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