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Crítica:CRÍTICA DE EXPOSICIONES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Teixidor

Aunque tarde, no quisiéramos dejar pasar por alto la reciente exposición de Jorge Teixidor en Sevilla. En primer lugar, porque esta exposición vuelve a reafirmarlo como uno de los pintores más importantes, más hechos y maduros, de las jóvenes generaciones, y también, fundamentalmente, porque esta temporada el público de Madrid no verá la ocasión detener un contacto directo con su obra.Comentario este, en gran medida, inútil, ya que la palabra, cuando ha prescindido de ser aquello que algunos, mixtificadoramente, siguen llamando crítica y cuando no dispone de espacio para convertirse en teoría, poco sirve a la hora de aprehender la pintura. Y menos una pintura como la de Teixidor, empeñada, durante los últimos años, en desarrollarse al margen de la problemática del lenguaje. Que es lo mismo que decir empeñada en un abandono paulatino de todo tipo de apoyaturas narrativas o ilusionistas, para centrarse en lo que de más específico tiene el lenguaje pictórico: la pulsión del color.

Teixidor

Galería Juana de Aizpuru. Calle Canalejas, 10. Sevilla

Con respecto a su exposición anterior, se puede percibir un nuevo avance en este camino. Las bandas verticales u horizontales que antes dividían el cuadro en diversas zonas de color han desaparecido casi por completo. Apenas quedan insinuadas en algunos de ellos. Lo mismo ha ocurrido con las referencias paisajísticas. El lienzo aparece ahora como una única zona de color en la que vibran las pinceladas y se superponen las veladuras en insinuaciones que se dirían casi atmosféricas. El conjunto de la exposición -solamente siete grandes cuadros en una sala absolutamente vacía y pulcra- parecía querer conformar un único espacio /color envolvente.

Un color que él mismo define como frío, apagado, sordo y nada violento. El resultado es una pintura callada, nada estridente, pero que atrapa la mirada con una fuerza casi ceremonial. Aunque no cualquier mirada. La pintura de Teixidor exige una mirada tranquila, pausada, sin prisas. El pintor se retrata, se da en sus lienzos y exige una actitud similar a aquel que los contempla, como si insistentemente nos remitiera a una frase de Matisse que él mismo cita: «No puedo distinguir entre el sentido que tengo de la vida y la manera que tengo de traducirlo.»

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