Los británicos reducen su presupuesto de defensa
Gran Bretaña sigue reduciendo su programa defensivo, pero permanece dispuesta a no olvidarse de ninguna de sus obligaciones de cooperación con la OTAN. La amenaza hecha por el primer ministro Callaghan el año pasado de reducir la participación británica en el ejército del Rhin no se ha cumplido ni se va a cumplir. La reducción del gasto defensivo que ahora ha anunciado en Londres el ministro de Defensa, Fred Mulley, afecta tan sólo al equipamiento militar más rutinario.
En números redondos, lo que se ha recortado de los presupuestos primitivos son 230 millones de libras, que se unen a los doscientos millones ya anunciados en distintas etapas el año pasado. El Reino Unido se queda con un presupuesto de 5.447 millones de libras, para el bienio que se inicia ahora. En 1978-79 gastará una cantidad ligeramente inferior.Al presentar el Libro Blanco en el que se especifica el alcance de los recortes, el ministro Mulley explicó que «sería erróneo que Gran Bretaña tratara de sostener una contribución defensiva superior a lo que le permita su propia fortaleza económica. Un intento de esa clase tendría efectos contrarios a nuestra seguridad». El Gobierno justifica su reducción, que ha sido acogida de nuevo con alarma en los sectores conservadores del Parlamento, diciendo que «la recuperación de la etapa de recesión que ha aconsejado este recorte de gasto público ha sido más lenta de lo previsto ». Para el Ministerio británico de Defensa, es suficiente en estos momentos para la defensa de Gran Bretaña la cooperación con la OTAN, a la que el Reino Unido contribuye tanto de manera directa, en la puesta en marcha de ejercicios de combate, como indirecta, a través del entrenamiento y de la investigación militar.
Al hacer el anuncio de los recortes, que la derecha considera excesivos y la izquierda estima insuficientes, el Gobierno ha querido contentar a los dos sectores. Por un lado, la reducción en los presupuestos de defensa se basa en la inexistencia de una amenaza próxima de agresión del Pacto de Varsovia contra países occidentales. Además, la OTAN sigue su programa de desarrollo, y no hay evidencia alguna de que su política defensiva decaiga. Por otro lado, para advertir a la izquierda, laborista y de otros signos, de que una reducción tajante del gasto público militar es desaconsejable, el Libro Blanco incluye un amplio estudio del fortalecimiento al que los soviéticos someten a sus ejércitos. El presupuesto militar soviético ha subido a razón de un 5% anual en estos últimos tiempos.
El poderío soviético, dice el Ministerio británico de Defensa, se ha incrementado sobre todo en la flota que opera en el norte del Atlántico. La amenaza que la OTAN recibe por ese lado justifica suficientemente que el Reino Unido siga comprometido sin reservas en los programas de la Alianza.
Para enfrentarse a la creciente modernización del armamento soviético, el Ministerio británico de Defensa ha anunciado cuál va a ser su propia fortaleza. El submarino nuclear Superb ha entrado en servicio y hay tres más en proceso de construcción. En mayo será lanzado el primero de una serie de cruceros antisubmarinos. En los ejércitos de tierra y aire, Gran Bretaña dispondrá en el curso de este año de nuevo armamento. Tanto el Striker, un vehículo de reconocimiento para el ejército de tierra, como el Tornado, un avión de reconocimiento y ataque, que se producirá al principio de la próxima década, están diseñados también para la exportación. La venta de equipamiento defensivo le proporcionará a Gran Bretaña 850 millones de libras en el bienio 1977-78.
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