_
_
_
_
_
Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Don Juan March

El editor, Pepe Mayá publica un libro -otro libro- sobre don Juan March. Tenía la idea de hacer la presentación en un banco, pero todos se le han negado, y entonces va a hacerlo en un banco público, en un banco de la calle, en un banco de madera. En ese banco se va a sentar el autor del libro, el presentador, que es Tierno Galván, y el propio Mayá.Recuerdo uno de los premios Espejo de España que dio Lara en el Ritz madrileño. Quedó finalista un libro sobre don Juan March. Torcuato Luca de Tena se retiró del jurado por incompatibilidad con este libro. En la rueda de prensa posterior, Luca de Tena rechazaba la interpretación materialista de la historia, según la cual don Juan March había financiado en parte la guerra a Franco, y contra esta teoría levantó un inspirado discurso lleno de viejecitas de clase media que donaban sus alhajas en defensa de la causa nacional. A cada prosa de Luca de Tena, que estaba iluminada esa noche, respondía el autor del libro con una cifra y una fecha. Eran dos maneras de díalogar. Las dos Españas codo con codo, pero de perfil, Una España elocuente apelando a la emotividad y una España lacónica apelando a los datos.

Ya de madrugada intervino el presonal de a pie v, por no asistir a la guerra civil en el Ritz, nos fuimos a la cama. Desde pequeño oía yo hablar de aquel libro mítico sobre don Juan March, quien, decían, había comprado toda la edición. Ahora se suceden los libros, los reportajes, los informes sobre los cheques de March en la guerra española, y no pasa nada, porque ya se sabe que las guerras se ganan con dinero, y el dinero tiene que darlo alguien. Mientras las finanzas bélicas de March van quedando en claro para los historiadores, en la Fundación March luce la pintura americana de vanguardia, se reparten becas, hablan -hablamos- los escritores e incluso los exiliados. La historia es así de distraída.

A Ramón J. Sender, después de cuarenta años de exilio político, le trajo a dar una coriferencia la Fundación Mediterránea, y a Rosa Chacel, que muchos consideran nuestra máxima novelista en el exilio, la Fundación March. Frente a los bancos que llenan Madrid, y que son como el romántico ateo de nuestro tiempo, dos o tres intel.ectuales, entre ellos Tierno, se sientan en un banco de paseo. uno de estos días, para levantar la debilidad de las palabras contra la fortaleza del dinero. Una vez, Cela y su fotógrafo tremendista retrataron a un paria durmiendo en un banco de la Castellana, envuelto en periódicos frente al palacete neomudéjar de ABC. Y es lo que decía Camilo:

-Qué de derechas nos ha salido este Cagarreche.

El dinero es la atmósfera de nuestro tiempo y todos estamo dentro del dinero, respirando dinero, corrompidos de dinero. Mi libro más lírico, querido y secreto nació con una pequeña pensión d la Fundación March. La Fundación March ha dotado a poetas marxistas convencidos. De Marx a March, todo un trecho histórico y levítico en medio del cual el creador se desorienta, poder inerme, como le dij era Eugenio d'Ors, y a veces se pierde. Con motivo de esa campaña del oro -«Si hay huellas de oro en tu piel... se lo he dicho a Nadiuska.

-Si hay huellas de oro en tu piel, frótate bien. El metal del amor no es el oro, sino el tiempo.

-No te comprendo, amog.

Pues está bien claro. No tenemos un duro, pero espiramos el dinero de los demás, el gran dinero del mundo, que siempre es de los mismos. Ni la España retórica de Torcuato ni la España crítica del otro lado. Hay una tercera España acuñada en oro y poder. Estiércol del demonio, llamaba Papini al oro, con su habitual grandilocuencia. Más que de gasolina quemada, el aire de Madrid e stá contaminado de oro, como el aire de la historia, y los escritores somos unos pobres piernas, sentados en un banco públíco y gratuito. Del oro de los ricos sólo respiramos el plomo. Ese banco en que se va a sentar Tierno no es un banco. Es casi un cadalso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_