Reacciones en Portugal contra un proceso a oficiales radicales

El anunciado juicio a un grupo de oficiales acusados de haber torturado a presos políticos inmediatamente después de la revolución del 25 de abril de 1974, entre los que se encuentran el almirante Rosa Coutiño, y otros tres oficiales de la Marina de guerra portuguesa, está suscitando reacciones críticas en amplios círculos castrenses.El almirante Tierno Bagulho, presidente del Tribunal Supremo Militar, poco sospechoso de simpatías izquierdistas, expresó en. una carta personal su estima por Rosa Coutiño, lo que indujo al general Eanes a sustituirlo en la presidencia del Tribunal. Sin embargo, el proceso contra los oficiales se arrastra con lentitud.

Entre las causas de esa lentitud aparece el hecho de que el Código de Disciplina Militar, que servirá para formular la acusación, está sujeto a revisión, que deberá completarse antes del 2 de abril de 1977, para eliminar de su texto disposiciones calificadas de contradictorias con la actual Constitución portuguesa.

La lista de oficiales del Ejército «comprometidos», preparada para ser sometida al Consejo Superior de Disciplina, consta de 53 nombres, entre ellos, los de Otelo Saraiva de Carvalho, Eurico Corvacho y los dos comandantes del Ralis, los tres comandantes del Regimiento de Policía Militar, es decir la flor y nata de los capitanes de abril, a excepción de los que actúan todavía en el Consejo de la Revolución.

Estos últimos se pueden así encontrar en la muy incómoda alternativa de sacrificar a sus compañeros del Movimiento de los Capitanes o de solidarizarse con ellos, poniendo en marcha así un conflicto de consecuencias imprevisibles, entre la jerarquía militar y el Consejo de la Revolución, o parte de él. En ese caso, el presidente Eanes sería árbitro único de la situación. De ahí las presiones que se estarían ejerciendo sobre él, para forzarlo a separarse de los consejos revolucionarios, que fueron los artesanos militares de su candidatura a la presidencia de la República.

Mario Soares, consciente de los peligros de una crisis de tal magnitud para la estabilidad democrática, se pronunció al hacerse cargo del Gobierno, en favor del borrón y cuenta nueva comprendiendo la imposibilidad de establecer por completo la verdad en un clima revolucionario.