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Huelga de hambre simbólica de Amalrik ante el Elíseo

El disidente soviético Andrei Amalrik abandonó ayer París para intentar, en la República Federal de Alemania, ser recibido por el canciller, Helmut Schmidt, lo que no consiguió a lo largo del día de ayer con el presidente Valery Giscard d'Estaing. Amalrik se manifestó ante las puertas del palacio del Elíseo y distribuyó octavillas pidiendo el cumplimiento de los acuerdos de Helsinki. Anteanoche se había enfrentado con el líder comunista Georges Marchais, en la televisión.

A las nueve de la mañana de ayer, el historiador disidente se presentó en el palacio presidencial para pedir audiencia al señor Giscard d'Estaing por segunda vez. La policía lo condujo a la comisaría más próxima, y tras un breve interrogatorio quedó en libertad. Volvió a la calle Faubourg Saint Honoré, en donde está ubicado el Elíseo. Durante todo el día, escoltado por algunas fuerzas de policía, Amalrik distribuyó octavillas en las que se critica la actitud francesa fundada en la «no injerencia en los asuntos internos». Según el texto difundido por el disidente, «los derechos del hombre constituyen el único fundamento moral real de una solidaridad internacional auténtica».Anteanoche, de manera tan inesperada como espectacular, el secretario general del PCF, Georges Marchais, y Andrei Amalrik se enfrentaron en las pantallas de la televisión. Ambos concidieron en que «la libertad es indivisible», pero el líder comunista estimó que «la lucha por las libertades no debe realizarse con detrimento para la defensa de la coexistencia pacífica». Para el intelectual soviético no es evidente que pueda proseguirse una política de distensión «colocando los derechos del hombre en último lugar».

El señor Marchais es el único líder político galo que ha dialogado con Amalrik. Los señores Mitterrand y Chirac no se han manifestado. Pero el segundo del secretario general del PS, Pierre Mauwy, alcalde de Lille, recibirá al matemático disidente Leónidas Pliuch, que ya se entrevistó el pasado martes en Lille con varios dirigentes comunistas. Estos últimos, como el señor Marchais, resaltaron que «hay que luchar por las libertades, no sólo en los países del Este, sino en el mundo entero».

El historiador respondió: «Se ve que a Brejnev le sentó mal mi conversación con Marchais.» Ayer, el diario de Moscú Iveztia dio cuenta del arresto del disidente frente al Elíseo «a causa de groseros incidentes que alteraron el orden público», sin aclarar que había sido liberado, momentos después.

Al final del día de ayer, el portavoz oficial del Elíseo declaró a propósito del affaire Amalrik: «A los extranjeros de paso por Francia no pueden fijarle una cita al presidente de la República.»

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